Página:Historia de las sociedades secretas, antiguas y modernas en España y especialmente de la Francmasonería - Tomo I.pdf/211

Esta página no ha sido corregida

Pero si los pueblos miraban mal aquella sublevacion y no apoyaban á los insurgentes, en cambio los jefes y el ejército realista tampoco los combatian, á pesar de que en Cordoba había un escuadrón de caballería y varios destacamentos, los cuales, ni defendieron el puente, ni hostilizaron á Riego y su escasa tropa, y eso que hubiera bastado una descarga de fusilería para ahuyentarlos, y una carga de caballería para batirlos completamente, pues se hallaban abatidos y casi desesperados. Pero los jefes realistas desconfiaban también de sus soldados, y aún más de sus compañeros, una gran parte de los cuales, aunque no se pronunciaban, sabiase que estaban afiliados en las sociedades secretas, ó por lo menos en relaciones y connivencia con ellas. Por lo que hace á los generales que no se rebelaron, eran casi todos, con pocas excepciones, tan desleales como los sublevados, y aun quizá más, pues no corrian los riesgos á que se exponian éstos, sin perjuicio de venir en su dia á compartir el triunfo y el botín.

La sublevacion de la Coruña, cuando ya Riego andaba derrotado y fugitivo, vino á reanimar la casi apagada hoguera. Aquella conspiracion basta por sí sola para probar cuanto se ha dicho acerca de la deslealtad de los unos y de la cobardía é inercia de los otros (1), y sobre el mal estado del ejército en todas sus clases.

Los complicados en la causa de Porlier, que se aparentaba tener presos en castillos y fortalezas, gozaban de libertad casi completa. «Los comandantes de las guardias les permitian entrar y salir cuando les acomodaba, y el que no les daba libertad era muy mal visto entre sus compañeros. Los jefes de los cuerpos, los gobernadores de las plazas y las autoridades superiores de las provincias consentían esto: el gobierno no debía ignorarlo, y sin embargo el desorden duró años enteros (2)

»A su vista (del gobierno) se volvió á anudar el hilo de la conspiracion, que en diferentes ocasiones, antes del año 1820, se creyó que iba á estallar (3).

»A pesar de los preparativos anteriores, no tomó por el pronto parte activa en la revolucion de la Coruña sino un puñado de oficiales y soldados (4).»

En efecto: el general Venegas habia ido á tomar el mando superior de Galicia con harta repugnancia suya. Tres.

____________________


(1) Hay que decir la verdad seca y desnuda á todos y por completo. El partido realista abandonó á Fernando VII en 1820, y pago cara su criminal inercia. La caída de Fernando VII en 1820 fue peor y más ignominiosa que la de su hija en 1868; y los que tanto han ridiculizado la de ésta, no deben olvidar aquella.

(2) Exámen critico de las revoluciones da España. Paris, Delaunay, 1837: dos tomos en 4.° Tomo I pág. 17.

(3) Id. id., pág. 28.

(4) Id. id., pág, 28.