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pública ó privadamente, segun las ocurrencias que pudieran sobrevenir y hacer recelar el que se pudiese alterar la pública tranquilidad.—Javier Castaños.»

Cualquiera comprende que esta sentencia amañada se dictó con objeto de salvar á Lacy: la atenuacion antijurídica de su crimen, el hablar de sus servicios, de los compromisos que traeria el fusilarlo, la alusion (ridícula en otro caso) al benigno corazon del Monarca, indican bien á las claras que Castaños cumplia á disgusto con su deber, pero que recomendaba el reo á la clemencia del Rey. Este no lo entendió así. Creyó que los conspiradores escarmentarian más bien con el rigor. Los servicios de Lacy bien le hacian acreedor al perdon. Tal opinaba el marqués de Campo-Sagrado, ministro de la Guerra, que se negó á firmar la sentencia, segun dicen, por cuyo motivo fue destituido, y le sucedió Eguía, á la sazon capitan general de Madrid.

Que Lacy era mason, es indudable, y lo manifiestan las Memorias de Van-Halen. Que lo era Castaños, dícelo John Truth ya citado: yo no lo sé de cierto, y quisiera saber que no lo era; pero los francmasones lo tienen por tal.

9.ª conspiración: la de Torrijos en Alicante.


Esta conspiracion no fué más que la continuacion de la que habia principiado el Gran Oriente de Granada par conducto de la lógia de Murcia, á cuyo frente estaba Van-Halen, como queda dicho, y que se extendia por todo el litoral del Mediterráneo, desde Gibraltar á Perpiñan. El agente en Gibraltar era el rico banquero judío Benoltas, bien conocido como tal en aquella población, y que siguió siéndolo hasta muchos años despues (1). Este disponia para ello de grandes elementos, no sólo por el giro y extensas relaciones de su casa, sino tambien por los muchos contrabandistas que manejaba, y á quienes favorecia para su comercio clandestino, siendo casi todos ellos dóciles y seguros instrumentos de la francmasonería (2).

Torrijos, que tenía entónces veintiseis años, y era ya brigadier, debía sus ascensos, no sólo á su. valor, que era indudable, sino mucho más al favor de la francmasonería

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(1) De este judio se da noticia en el apéndice á la Historia pintoresca de la francmasoneria, por Clavel, nota á la pág. 730. Dice así “A propósito de lo que aqui se dice (que el oro de los judios se prodigaba para la propaga anticristiana), debernos consignar que el banquero o depositario de los fondos del orden masónico en 1824, por lo que respectaba a la masonería española, era el poderoso y viejo hebreo Benoltas, que residia en Gibraltar.» Sospecho que á él aludían las iniciales M. B. del corresponsal de Gibraltar, de cuya carta habla Van-Hallen, la pág. 52 del tomo I. Quizá el nombre coincida con la otra inicial.

(2) Y siguen siéndolo todos o casi todos.