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el comercio de esta plaza, con cuya generosidad y buenos sentimientos contaba de antemano; y lo mismo con las lu- ces de los perseguidos patriotas D. Antonio Pacheco y don Manuel Santurio, á quienes inmediatamente puso en liber- tad, restableciéndolos en sus destinos.

»Si se exceptúan los jefes y alguno que otro oficial, bien se puede asegurar que todos los de la guarnicion se prestaron gustosos. Nombrarlos á todos es difícil, y vuelvo á remitirme á la sentencia (1); pero no debo omitir quo el teniente D. Manuel Bonet desempeñó comisiones muy importantes y llevó al Ferrol la noticia con la mayor diligencia, comunicándosela, lleno de gozo, á su digno coronel D. José María Peon, que mandaba el regimiento de Mondoñedo.

»Mucho tiempo había que este ilustre español aguardaba por instantes lo que acababa de anunciársele, y consta á muchos que, desde la salida de Galicia del insigne y heróico general Lacy (2), estaba proyectando con sus bravos su- balternos y con los del sexto regimiento de Marina, y su benemérito comandante D. Ramon Romay, y con otros cuerpos que se hallaban en distintos puntos de la provincia, los Medios seguros de dar la libertad á su pátria. Apenas saben, pues, Marina y Mondoñedo la fausta novedad de la Coruña, marchan con la mayor velocidad á reforzar á sus compañe- ros, dejando por gobernador del Ferrol al mayor del segundo, D. Miguel Párraga, y tomando aquellas providencias propias de su celo.

»Pero ellos solos se pronuncian, y, permitidme que sea ingenuo, este vecindario, con quien tanto contaba Porlier, no responde sino con un mustio silencio.»

Infiérese de esta confesion explícita que el movimiento no era popular, sino solamente militar y masónico, cómo lo fueron todos los anteriores y casi todos los que desde entónces hasta el dia se han conocido con el nombre de pronun- ciamentos (3), hijos siempre de las intrigas de las sociedades secretas y de la ambicion de los militares por ascender y obtener grados. Esta es la verdad histórica.

El dia 22 salió Porlier de la Coruña para Santiago con una columna, y llegó hasta el pueblo de Ordenes. Llevaba mil infantes y seis piezas de artillería; pero confiaba más en las inteligencias secretas que tenía con algunos oficiales de los que estaban en Santiago y otros puntos de Galicia. D. Felipe Saint-March, capitan general de Galicia, no quiso

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(1) Refiérese á la lista de nombres de los castigados, que daremos luego.

(2) Infiérese de todo esto que tambien Lacy conspiraba ya en Galicia; en setiembre de 1814.

(3) Obsérvese que en 1820 ya usaba el cura Escaria en su sermon la palabra se pronuncian; de donde se infiere que los pronunciamientos liberales van con el siglo.