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respondencia con el Gran Oriente de Francia, que al fin reconoció su Supremo Consejo, y, sin saberlo, le ayudó poderosamente al tráfico que ejercía con la francmasonería.

»Llegó á Charlestown la noticia de sus progresos, y los judíos (1) del Supremo Consejo de esta ciudad, envidiosos en la apariencia de las ganancias que reportaba de las iniciaciones, determinaron hacerle un mal tercio con su concurrencia. Con este fin, comisionaron á Nueva-York á uno de ellos, el hermano Manuel de la Motta, quien, desde que llegó, elevó á muchos hermanos al grado 37, Y junto con ellos se dirigió á casa. del hermano Cerneau, para hacerle sufrir un interrogatorio sobre el origen de sus poderes. El hermano Cornean se negó á dar explicaciones (2).» La Motta excomulgó á Cerneau y le hizo muy mal tercio, pues recogió una gran cantidad de dollars, y estableció allí otro Consejo Supremo. Resultaron, pues, dos tenderos de beneficencia e ilustracion masónicas. Pero los adlateres de la Motta eran más diestros y menos cínicos que los de Cerneau, y éste, viendo la gran decadencia de su tráfico, recogió el dinero que pudo y se vino con él á Francia en 1831.

Mas ¡oh desgracia! al año siguiente aparece en Nueva-York un personaje, especie de Calendario portugués, «que se hacía llamar María, Antonio, Nicolás, Alejandro, Roberto, Joaquin de Santa Rosa, Roume de San Lorenzo, marqués de Santa Rosa, conde de San Lorenzo (3), y que tomaba el título de muy poderoso, soberano Gran Comendador ad vitam del supremo grado del 33 y último grado del rito escocés antiguo y aceptado y jefe supremo de la antigua y moderna masonería en la Tierra firme, América meridional, etc., del uno al otro mar, Islas Canarias, Puerto Rico etc., etc.»

Este, señor, que iba á reconciliar á todos los masones americanos en sus várias y desinteresadas disidencias, regresó á Francia poco despues, quedando desde entonces casi deshecho el Consejo de Nueva-York.

Dejando á un lado la historia de este comercio y sus percances y disidencias, encontramos que la francmasonería databa en nuestras colonias de antes de la sublevacion, á

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(1) ¡Ya pareció aquello!

(2, Hubiera sido muy tonto si las hubiese dado.

(3) Echamos aquí de menos su baronía en Illescasas. Mas no hay que extrañarse de eso, En una capital de Andalucia acaba de ganarse unos treinta mil duros dando títulos nobiliarios un señor, que es Presidente imperial semper augusto, Soberano permanente Ungido, Rey de Reyes, Príncipe de Monarcas, hijo adoptivo de Siete naciones súbditas, Cardenal Romano Pontífice, Duque de Viena, de Berlín, Estados-Unidos, de San-Petersburgo, de Paris, de Italia, España y Portugal, de Madrid, caballero del gran toison de oro de las siete naciones súbditas, del Aguila negra y de la Concepcion asambleática de la Gran Berta, Gran Randa, y gran cinturon asambleático.» Como la causa está en poder de los tribunales, excuso referir otras muchas noticias que se han dado hasta en los periódicos.