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sienes inglesas y francesas desde mediados del siglo pasado, por lo menos; pero no es de nuestro propósito el tratar acerca de ella. Las comunicaciones entre aquellas colonias y las nuestras no eran tales que pudieran implantarse de unas a otras instituciones de esa especie. Es de creer que en la Habana y en otros puntos, en que por algun tiempo dominaron los ingleses, no dejarian de establecer lógias como medio de atraerse á los naturales, afianzar su dominacion y hacer surgir enemigos de España, combatiendo la Religion y la monarquía. Pero esto no pasa de ser una conjetura, y no es lícito mezclar esta con los hechos más o ménos ciertos, que la historia consigna ó debate.

Lo poco que Clavel ha dejado escrito acerca de la francmasonería en Méjico es algo contradictorio. El marqués de Clermont-Tonerre, miembro del Supremo Consejo de Francia, erigió en 1810, cerca de la Gran Lógia nacional, un Gran Consistorio del grado 32, y en 1811, el conde de Grasse añadió un Supremo Consejo, del grado 33, el cual organizó al punto la Gran Lógia nacional bajo la denominacion de Grande Oriente de España y de las Indias.

Este Gran Oriente francés y afrancesado influyó poco en América. Con todo, hay sospechas de que alguna parte tuvo en la traicion del conde de Tilly, individuo de la Junta Central, que pretendió marchar a América con cinco mil hombres á favor de los insurgentes y contra España, que en mal hora le habia admitido en su seno y dado parte en su gobierno. Téngase en cuenta que el conde de Grasse, que organizó ese Grande Oriente se titulaba de Grasse-Tilly. Ignoro si existia entre ellos algun parentesco, a pesar de ser ambos De Tilly. Este señor conde, que era un gran tramposo y vivía de la francmasonería, fue acusado, segun Clavel (1), «de haber remitido en 1809, antes de venir a España, á otro francmason llamado Hannecart-Antoine, gran porcion de diplomas en blanco, autorizados con su firma, para que éste sacase dinero con ellos, y partirse luego el producto de aquel tráfico.»

El Supremo Consejo de América se estableció, segun el mismo Clavel (2), en casa de un fondista de París. El Supremo Consejo de Francia no lo quiso reconocer; pero habiendo caido el conde de Grasse prisionero en poder de los ingleses, ofreció al Gran Oriente inglés sumision y reconocimiento. No seguiremos en todas sus partes la narracion, algo embrollada, de Clavel (3) respecto á la Odisea masónica del conde de Grasse, preso unas veces por los ingleses y

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(1) Clavel, pág. 404 de la traducción española.

(2) Ibidem.

(3) Véame las paginas 406, 499, 410 y 412. A la pág. 410 se habla, de unos talleres de Jerusalen y de Santa Teresa. ¡Santa Teresa francmasona!