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Sigue á ésta la descripcion del tormento que se dió á Van-Halen en el brazo; pero conviene ya oir al mismo perseguido. Mandaron el tormento los inquisidores Esperanza, Verdeja y Zorrilla. Este último, que actuaba como fiscal, y en este concepto fué su principal perseguidor, formuló el cargo en estos términos (1): «Usted ha mantenido por espacio de un año relaciones estrechas y de una inteligencia conocida con el marqués de Campo-Verde, D. Juan O'Donojú, D. José Torrijos y con más de doscientos sectarios. Siguió leyendome otros dos cargos, y despues de un rato.--Este Santo Tribunal recurre por ultimo á la fuerza...; ella arrancará de usted las verdades que no han podido conseguir ni el deber de un juramento religioso, ni las suaves amonestaciones con que se le ha exigido á V. repetidas veces...»

Pero el inquisidor se equivocó, pues Van-Halen, á pesar de que le dislocaron el brazo, no confesó ni delató á sus cómplices, y el Tribunal quedó infamado por usar de un medio tan feroz, brutal y anticatólico. cuando ya la opinion general y las leyes lo prohibian y no habia las razones que pudo haber en otro tiempo para cohonestar su uso en aquel tribunal, cuando lo mandaban aplicar los demás tribunales. lo mismo civiles que eclesiásticos de España, y aquí como en los extranjeros, inclusos los protestantes, que lo han usado hasta fin del siglo pasado.

Pero desaprobado ese acto de un tribunal que más que religioso era ya político, y viniendo á nuestro propósito, ¿tenía ó no tenía razon el Tribunal en su interrogatorio? La francmasonería era una sociedad secreta é ilegal, prohibida y penada por las leyes canónicas civiles desde casi un siglo antes. La ley era civil, y el Tribunal procedia segun la ley. La francmasonería atacaba á la religion, al trono, á la persona del Monarca y á las instituciones vigentes. La francmasonería era perseguida por la Inquisicion en virtud de una delegacion del Monarca, pues si no la hubiera perseguido la Inquisicion, la habria perseguido la policía, que es la Inquisición civil, y, hoy por hoy, no tiene fama de ser muy suave cuando se trata de conspiraciones. La francmasonería tenía va en 1817 minado todo el ejército y todo el país: Van-Halen no solamente no lo niega, sino que lo confiesa y lo enaltece; y aunque él lo negára, lo acreditaron los hechos y los dichos de todos los liberales desde 1820 al 23,y es una cosa ya innegable. Pero como el jansenismo y la masonería tienen la cualidad comun de negar su existencia, aunque se los vea palpablemente, y renegar de sus hechos hasta que llega el momento del triunfo, y como por otra parte hay realistas estúpidos que, por aparentar cierto ma-

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(1) Tomo I da las Memorias de Van-Halen, pág. 180