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que no era dado gozarlos en su plenitud, no estaban prohibidas las obras que los explican, traian opiniones demasiado enemigas de este poder, y que debían hacerle una guerra sorda, pero tenaz (1). Nada hay más cierto ni evidente: el espíritu del ejército ha cambiado desde el año 14 al 20 de un modo más fácil de concebir que de explicar, sin que por haber ganado en ideas liberales haya perdido en disciplina militar, como acaba de probarlo en estos dias de gloria que tienen atónita á la Europa entera (2).

»Así, pues, no dejó de hacérseles sentir más de una vez: la aversion con que se les miraba, y la desconfianza que inspiraban las ideas de que se les suponía imbuidos............................

»Este recibimiento de los prisioneros venidos de Francia. nos hizo bien pronto conocer el concepto en que nos tenía el gobierno: y cuando en el año 15 se establecieron los depósitos de oficiales agregados, en que la mayor parte perecían de miseria, se echaba de menos el trato que nos había dado el gobierno francés.»

Lo que dice este militar en frases embozadas acerca de la afiliación en la francmasonería de casi todos los oficiales prisioneros, y de la propaganda que luego hicieron en el ejército, es una cosa fuera de duda. Mas en vez de referir lo que yo tengo oido, prefiero valerme del testimonio de un escritor liberal, pero altamente imparcial, que describe los manejos de la masonería española en aquella época (3):

«La secta de estos últimos (los francmasones) se hallaba ya arraigada en España profundamente. Generalmente se cree introducida en el reino por primera vez durante el reinado de Carlos III; y aunque la revolucion de Francia parezca que debiese darla un maravilloso impulso, con la existencia de la Inquisicion, la vigilancia del clero y la escasa predisposicion de los ánimos para que fructificase su semilla, apenas se presentan vestigios de ella en tiempo de Carlos IV. La invasion francesa facilitó extraordinariamente su desarrollo, y cuando las Cortes abolieron el tribunal del Santo Oficio, contaba ya la Península con un gran número de afiliados en la propia secta. La reaccion do 1814, la intolerancia del gobierno, el predominio de los eclesiásticos, y la obstinacion con que se perseguia á los liberales, no bastaron ya á intimidar a los francmasones, quienes, por el contrario, redoblaron su celo por aquella.

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(1) Fijese bien el sentido de estas palabras, y se verá lo que significaban en el caso do no poder hablar claramennte.

(2) Lo de siempre: de 1820 á 1867 hemos asustado á Europa unas doce veces, y antes de que acabe el siglo todavía la dejaremos atónita otras doce veces.

(3) Mi compañero y amigo D. Cayetano Rossell, en su adición á la Historia de España por Mariana, edicion de 1812, tom. XXI, pág. 177. Prefiero consignar aqui el extracto que hizo aquél de las noticias publicadas por Van-Halen.