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Segun Presas (1), D. Antonio Ugarte vino á Madrid desde Vizcaya, su pátria, a buscar fortuna, siendo de edad de unos quince años. Por algun tiempo estuvo de criado de esportilla, ó mozo de plaza en casa del consejero de Hacienda D. Juan José Eulate y Santa. En la misma casa pasó luégo á escribiente, pero salió de ella por un asunto desagradable. Entónces se tuvo que poner á maestro de baile. Entre los discípulos pudo contar, por su fortuna, á una señorita de Búrgos, la cual tomó á empeño favorecer á su maestro coreografico, proporcionándole, no tanto discípulos, cuanto algunos negocios en que fuera agente: llegó á serlo de Indias, y más adelante de los cinco gremios. La fortuna principió á sonreirle, pero mucho mas cuando tuvo la suerte de que el embajador de Rusia, barón de Strogonoff; le encargase la gestion de algunos negocios suyos particulares, que desempeñó con exactitud y esmero; de modo que habiendo de salir de Madrid el embajador precipitadamente en 1808, le dejó encargado de cuanto tenía en esta córte.

En ella siguió sirviendo á tirios y troyanos y á cuantos le proporcionaban negocios durante la guerra de la Independencia, de modo que, habiendo de marchar á Rusia don Francisco Zea Bermudez, que tenía allí relaciones mercantiles, á fin de obtener recursos á favor de España y contra el usurpador, fué Ugarte quien proporcionó en Madrid el pasaporte francés, añadiendo á éste una carta para Strogonoff, que tambien entregó al Sr. Zea, el cual poco despues estipulaba el tratado de Beliki-Luki, en 12 de Setiembre de 1812, con el conde Nicolás de Romanzofí.

Dos años despues vino de embajador de Rusia á España el bailío Tattischeff, á quien Strogonoff había recomendado á Ugarte. Sirvióle éste, no ya como agente de negocios, sino como confidente en sus relaciones diplomáticas, lo cual dio gran importancia á Ugarte, pues gestionaba en la camarilla por cuenta del embajador, el cual á su vez le realzaba en la corte, paseando con él del brazo y distinguiéndole con no pocos honores, causando así algo de envidia y no poca extrañeza á sus antiguos discípulos de baile y clientela.

Confióle Fernando VII el encargo de alistar la expedición que debia marchar al Rio de la Plata, para la pacificación de aquellos Estados. Faltaban buques, pero el bailío ofreció los que sobraban en Rusia, y al efecto se trajeron de allí á Cádiz cinco navíos y tres fragatas que estaban pudriéndose y casi desechados en los puertos de aquel país, Costaron aquellas piraguas apolilladas quinientas mil libras

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(1) Pintura de los males etc., pág. 117. Como la biografía que da Presas es algo prolija, ha parecido mejor compendiarla.