Página:Historia de las sociedades secretas, antiguas y modernas en España y especialmente de la Francmasonería - Tomo I.pdf/134

Esta página no ha sido corregida

El nuevo, inventado por D. Vicente Lopez, contenia las armas reales colocadas sobre un globo, y con ellas el libro de la Constitucion, flanqueado todo por un leon y un indio, y rodeado por la leyenda: Fernando VII, por la gracia de Dios y de la Constitución, Rey de las Españas. Sucedía esto á principios de Enero de 1814 y no hubo tiempo para grabar el sello. A mediados de Mayo, un oficial de una escribanía, llamado D. Matías Antonio Herdara, delató este hecho reservadamente, alegando que no era cierto se hubiese perdido el sello mayor, pues lo habia entregado con los otros dos el escribano de cámara D. Antonio Chiarri. Este negó haber entregado el sello; pero como aparecía que la Audiencia habia sellado varios acuerdos en Alicante, y despues de la pérdida supuesta de aquel, hubo que explicar esto con la evasiva harto chocante de que se había usado de sellos estampados en seco, sacados antes de perderse el sello mayor. La salida era ingeniosa, pero probaba una grave y criminal informalidad en la cancelaría del tribunal. Opinábase, al menos por los realistas, que el sello no se había perdido, que los magistrados habían querido solamente cambiar el antiguo por democratizarlo al estilo moderno, y que el pobre escribano de cámara se comprometia con su declaracion por salvar aquella ligereza de la Audiencia.

Esto, que bien merecía una reprension reservada, llegó á tomar grandes proporciones, siendo suspendidos los magistrados,sujetándolos á un expediente en el Consejo de Castilla, con cuyo motivo el fiscal Gonzalez de la Huerta, olvidando lo que habia sostenido en las Córtes de Cádiz, dió un dictamen apasionado. El magistrado Sr. Giraldo, en la vista de la causa, atormentó terriblemente al fiscal leyendole varios trozos de sus discursos en las Córtes, manifestando que nocomprendia cómo consideraba criminal en 1814 lo que él defendia como cosa inconcusa en 1811. Túvose la vista en Mayo de 1817, y en Setiembre se mandó sobreseer, no sin mandar jubilar a casi todos aquellos magistrados.

Dos años despues se miró tal persecucion como un motivo de gloria para ellos, que esto es lo que siempre sucede en las vicisitudes políticas. A la verdad, fue una gran torpeza dar tanta importancia á tan pequeño asunto, y hacer durar tres años á lo que no debia haber durado ni aun apenas tres horas en país donde se aprovechara el tiempo. Díjose que en esto, como en casi todas las cosas de entonces, había intervenido la célebre camarilla de Fernando VII. Pero esta sociedad semi-secreta, peor que todas las sociedades secretas de aquel tiempo, necesita capítulo aparte.

Hablar aquí del Santo Oficio sería un absurdo, aunque se dijera que sus procedimientos solian ser secretos. Era un Tribunal Apostólico y Real : el Código civil y político de la