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lleyrand. Nombraba una casa de comercio de Zaragoza como la Caja general de los caudales que traía para la empresa; multiplicaba el número de sus supuestos parciales en diferentes puntos del reino; decia que habiendo llegado á Cadiz y tratado de ganar al digno diputado Argüelles por el influjo que tenía en las Córtes, le habia ganado en efecto, conferenciando con él várias veces en su casa y puéstose de acuerdo para el establecimiento de la república; añadia que, para esto contribuian otros muchos diputados, la nobleza y el clero, ó gran parte de estas clases, y luégo trazaba por el mapa de España ciertas líneas de correspondencia, que, aunque desatinadísimas, eran la puerta para ir señalando en las provincias á cuantos se quisiese perder....................................

»El pueblo de Madrid conoció la iniquidad, y nadie osó sospechar del diputado Argüelles, el cual representó á la Regencia, pidiendo que se le tuviese por parte en aquel juicio.»Probóse que no habia en el ejército francés ningun general de semejante nombre; con todo, se dieron largas al asunto, y «el periódico realista El Procurador general publicaba detalladamente las declaraciones de Oudinot, á la letra, las cuales... no dejaban duda de la inteligencia de los jueces con el partido enemigo de las reformas... Seguida la causa, confesó su impostura sin omitir circunstancias, y despues de haberlo hecho, se dió la muerte á sí mismo (1).»

Inícua fue la conducta del fiscal eclesiástico y liberal de Palma, que infamaba con su folleto al P. Strauch, durante la litis-pendencia; pero no lo era menos la del periódico realista que de ese modo publicaba las declaraciones de aquel infame proceso.

Por el estilo de El Procurador general, o quizá más furioso, era otro periódico realista, titulado La Atalaya de la Mancha, dirigido por el P. Castro, monje del Escorial; cuyas excitaciones no brillaban por el espíritu de caridad ni de lenidad evangélica.

En este periódico se denunció la existencia de una sociedad secreta republicana, presentando, entre otras pruebas, el dibujo de una medalla que usaban los asociados, en que se veia una efigie representando á la nacion española, ornada con alegorías republicanas. D. Lorenzo Villanueva, en las Memorias que escribió sobre aquellos sucesos y para su vida, dice que sirvió de pretexto para ella el haber encontrado entre los papeles y efectos del comisario de guerra D. Narciso Rubio una medalla de oro esmaltada con

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(1) O le ayudaron á mal morir, diciendo que estaba loco y se había suicidado.

El autor anónimo de la citada Historia de Fernando VII, tomo II pag 12, dice que el autor de esta intriga fue un prebendado de Granada, á quien no nombra.