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gio de la idolatría , y manda, con acuerdo del Rey, que el Obispo y el Juez del territorio hagan pesquisas y exterminen este crimen. Mas debieron ser ineficaces las medidas que entonces se adoptaron, puesto que cien años despues los Concilios XII y XVI de Toledo vuelven á condenar las prácticas idolátricas (681-693.Díctanse disposiciones severas contra los que daban culto á los ídolos, veneraban piedras, consultaban los secretos en las fuentes y en los árboles, y tambien contra los agoreros y encantadores.

Chocante es un retroceso de este género, pues los godos, aunque arrianos y supersticiosos , no eran idólatras. ¿Tendrian en esto alguna parte las supercherías de los judíos, siempre inclinados á fomentar supersticiones entre los cristianos? El Concilio de Ilíberis prohibía ya en el siglo III á los cristianos españoles acudir á los judíos para que les bendijeran las mieses. Posible es que fomentáran todavía supersticiones en el siglo VI; pero parece más probable que éstos actos idolátricos fueran resabios del antiguo paganismo, no extinguido completamente, y aun continuado al amparo de la herética tolerancia de los visigodos arrianos. De todas maneras aparece el paganismo en los siglos VI y existiendo secreta y misteriosamente en España, á pesar de los rigores desplegados contra él.

Tampoco aparece conexion entre estos actos idolátricos y los errores de los maniqueos y albigenses, y por tanto nada se hallará por ese lado para el abolengo fantástico de la francmasonería. Mas, por el contrario, hallamos entónces á los judíos organizados en sociedad secreta, siempre conspirando y mordiendo la mano que aparentaban besar. El Concilio IV de Toledo, en el cual estuvo San Isidoro, aunque reprobó la violencia de Sisebuto, que obligó á los judíos á bautizarse, reprendió tambien el que las autoridades civiles y áun eclesiásticas se dejasen sobornar por ellos, y patrocinaran su habitual perfidia . No mejoraron de cónducta los que permanecieron en España , ó regresaron despues, y el Rey Chintila se vio precisado á volverlos á expulsar.

Al sublevarse contra Wamba el Conde Hilderico y los narboneses, encuéntranse al punto los israelitas al lado de los rebeldes, que les favorecen abiertamente, pagando quizá de este modo anteriores y secretos servicios de traicion.