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Setiembre exigieron á la Regencia algunos diputados que en el juramento no se hablase de la casa de Borbon (1). La Regencia, inclusos los generales Castaños y Escaño, lo llevó á mal: los diputados juraron al dia siguiente en manos del presidente de la Regencia, y sin dificultad ni restriccion, reconocer como Rey y Soberano á Fernando VII :pero, una vez prestado este juramento, lo primero que hicieron fué faltar á él escandalosamente, asentando que la soberanía residia en la nacion. Declarándose ellos como nacion, y por consiguiente como soberanos, su primer acto fue avasallar á la Regencia. A las ocho de la noche le mandaron que sus individuos esperasen las órdenes de las Córtes. A vista de semejante desaire, quisieron ver si podrian evitarlo, pero se hallaron completamente abandonados. Triunfaban aquel dia la revolucion y la democracia, y en nombre suyo la masonería y los flamantes diputados perjuros. Las galerías estaban llenas de los agentes de las logias de Cádiz, que ofrecian su apoyo á las Córtes. «Militares de muy alta graduacion, y de todas las inferiores, de que estaban llenas las galerías, manifestaban sin reserva su decidida adhesion á las Córtes. Desafectos á la Regencia y descontentos, que habia muchos, como los tiene todo gobierno, descubrian descaradamente lo mismo. En muchos de los diputados se veia tal animosidad contra la Regencia, que no deja la duda que estaban resueltos á todo, y lo emprenderian á cualquier oposicion que se les hiciese. Vimos claramente que en aquella noche no podíamos contar con el pueblo ni con las armas. que, a no haber sido así, todo hubiera pasado de otra manera (2).»

A las once y media de la noche se hizo ir á los cuatro Regentes (pues el obispo de Orense, el virtuosísimo señor Quevedo, no quiso esperar), y se les exigió por aquellos perjuros juramento de reconocer la Soberanía nacional en las Córtes. Los cuatro Regentes, inclusos los generales Castaños y Escaño, pasaron por esa humillación, y perjuraron tambien. El señor obispo de Orense fué depuesto y perseguido por no haber querido jurar sin explicar su juramento.

Desde luégo, la francmasonería de Cádiz principió á seguir los pasos de la afrancesada, resultando así regida España en los dos campos por dos poderes rivales, pero identicos, pues en el fondo tenían iguales principios, los mismos fines, y se valían de los mismos medios, discrepando únicamente en las cuestiones personales y de intereses particu-

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(1) Asi lo dice Lardizábal, pág. 19: por consiguiente, el dia antes de reunirse las Córtes ya se meditaba la expulsion de la dinastía: era esto el dia 23 de Setiembre de 1810 en Cadiz.—Recuérdese el 17 de Setiembre de 1868 en Cádiz. Van cincuenta y ocho años menos seis dias.

(2) Ibidem.