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muy escaso número de Italia, como si aquellos excesos no saltáran á la vista. Con todo, esos mismos sujetos, al perseguir en Valencia al virtuoso arzobispo Fabian y Fuero, por querer poner coto á los escándalos del duque de la Roca, también bígamo, aparentaban apoyar á los Jesuitas, acusaban al Prelado de Tomista, y no pararon hasta expulsarle de Valencia de un modo inícuo, irritante y brutalmente tiránico. Urquijo (1), Caballero, Llorente, Arce el inquisidor, Godoy y todos los hombres de aquel tiempo, vivieron como afrancesados, y han muerto como traidores á la pátria. El Sr. Arce pudo ponerse al frente de la Junta en Santander y trabajar por reparar sus yerros, pero no quiso hacerlo, y dejó una reputacion funesta. Emigrado á rancia, alllí vivió y allí murió á mediados de este siglo.

Si eso era la Inquisición Suprema, ¿qué sería lo restante? Yo no puedo decir todo lo que se sobre el particular. Callo también no poco acerca del mal estado de los Seminarios y del claustro de Salamanca. Baste decir que en el Seminario de aquella ciudad explicaba religion natural, y casi materialismo, su rector, el ex-escolapio Estala (2), reputado porfrancmason hasta el punto de hallarle citado entre los que irónicamente propaló Gallardo. Los Seminarios de Osma, Córdoba y Murcia no estaban mejor que el de Salamanca. Tiempo es ya de que se diga la verdad, aunque cueste disgustos.

Para formar idea de los que, y de lo que, á fines del siglo pasado se decia que eran francmasones, conviene reproducir aquí el artículo que les dedicó D. Bartolomé Gallardo, en su Diccionario crítico-burlesco, en respuesta al Diccionario razonado manual.

«Francmasones.-Aquel célebre Piscator salmantino, almanaquista de por vida, filósofo y coplero todo en una pieza, matemático además, y como tal tenido por brujo y delatado á la Inquisicion. (aunque era buen cristiano), el doctor D. Diego Torres, en fin, cuenta en la historia de su vida que trajo no sé que tantos años consigo una onza de oro para dársela á la primera bruja que encontrase; y al cabo se fué al otro mundo sin desprenderse de la dichosa medalla. No quiero yo decir que tengo otra tal para el primer francmason que encuentre (3); pues en el dia por una onza, diablos encarnados, cuanto mas francmasones dirian mil que eran,

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(1) Urquijo murió en Paris en p de Mayo de 1817. En el epitafio le pusieron verdadero filósofo, cristiano, y Séale la tierra ligera. Llorente lo defiende como puede.

(2) Autor del Viajero universal; compilación pesada de viajes, que no hizo, y traductor de algunos dramas griegos.

(3) Pronto hubiera tenido el bueno de D. Bartolo que largar la pelucona entre los muchos compinches que él tenia bien conocidos por HH.