todos los males y daños y pecados que cometian, y de la obligacion de la restitucion, eran como ellos partícipes; pero éste era uno de los efectos, principal, de la ceguedad que Dios permitió en todos nosotros, por los pecados de Castilla. Tornando al propósito, como lo que Valdivia trujo no fué tanto que presto no se consumiese, despues de su venida, pocos dias, comenzaron á hambrear como solian, y porque les queria mostrar la divina Providencia, la iniquidad y mal estado en que vivian, inquietando, y persiguiendo, y matando aquellas gentes que no les habian ofendido, ayudó á ponellos en mayor estrechura y angustia de comida, que vino una tan grande tempestad de truenos y relámpagos, y, tras ella, de agua tan grande avenida en el rio, que todas las sementeras que dejaron sembradas con los indios, que habian hecho injusta y tiránicamente esclavos, cuando á la provincia de Comogra se partieron, ninguna cosa les dejó que no les ahogase ó arrancase, que fué cosa de maravilla; púdose decir por aquellos, lo que se dice, que en casa del tahur poco dura la alegría. Viéndose así frustrados de sus sementeras, en que tenian toda su esperanza, por algun tiempo, y por muchas leguas de al derredor no haber comida, porque toda la habian comido, y destruido, y auyentado, sin los muertos y captivos de toda aquella comarca, sus naturales vecinos, acordaron de salir á inquietar, escandalizar, robar, y captivar, y matar los más lejanos, y tomarles su comida, y su oro, con la justicia que á los de arriba; la costumbre de Vasco Nuñez y compañía era dar tormentos á los indios que prendian, para que descubriesen los pueblos de los señores que más oro tenian, y mayor abundancia de comida; iban de noche á dar sobre ellos á fuego y á sangre, si no estaban proveidos de espías y sobre aviso. Juntamente deliberó Vasco Nuñez que tornase Valdivia á esta isla, para hacer saber al Almirante y Jueces las nuevas de la otra mar y riquezas della, que del hijo de Comogre y de los demas habian sabido, y la grande esperanza que de ser ciertas tenian, pidiéndoles que lo escribiesen al Rey porque enviase 1.000 hombres para proseguir aquel camino,
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