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de las Indias.

CAPÍTULO CXII.


Saliéronse de aquel rio de Tabasco, que llamaron desde allí el rio de Grijalva, y fueron costeando lo más cerca de tierra que podian, de donde vian toda la costa llena de poblaciones y de gentes que salian á mirar los navíos, que nunca otros habian visto. Yendo su camino con las barcas, tomaron ciertos indios por fuerza, que iban en una ó en dos canoas, que no podian causar poco escándalo ni dejaban de ofender á Dios, trayéndolos contra su voluntad; luégo les preguntaron, por señas, si habia oro por aquella tierra y respondieron que habia mucho. Hizo soltar á algunos dellos, diciéndoles que trujesen oro, y que les pagarian en las bujerías que les mostraron de Castilla. Ya tornaba la costa de la mar, del Poniente á la parte del Norte, y siguiendo su camino fueron á surgir con sus cuatro navíos junto á una isleta, que hoy llamamos Sant Juan de Ulúa, donde agora es el puerto de toda la Nueva España; ellos le pusieron entónces Sant Juan, y despues, como se entendió que los indios llamaban á toda aquella tierra Ulúa, añidióse á Sant Juan, Ulúa, y así se llama el puerto y la isleta, Sant Juan de Ulúa; el acento tiene la ú segunda. Habia en ella edificios de cal y canto, y en especial uno muy alto, que debia de ser templo, donde habia un ídolo y muchas cabezas de hombres, y otros cuerpos muertos, de lo cual cognoscieron que debian de ofrecer hombres al ídolo, y por esta causa pusieron nombre á la isla, la Isla de los Sacrificios. Otro dia parecieron en la costa de la mar muchos indios con unas banderas, y hacian señas á los españoles que saliesen á tierra; envió el Capitan á un Francisco de Montejo, con cierta gente, en una barca, para que supiese de qué arte estaban, si de paz ó de guerra, y qué