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Historia

prendian esclavos, dellos, quizá, porque recogerse á pueblos les era como si se metieran en religion y debajo de reglas graves, porque tenian más licencia para cada uno vivir segun queria andando como andaban. Acordó de los despartir y cansar, dándoles lo que deseaban, y mandó á Espinosa que tomase 150 hombres, y con ellos, en un navío de aquellos y en las canoas que allí tenian, se embarcasen y fuesen á cobrar el resto del oro que á Badajoz habian los indios tomado. Fueron de buena gana, y, saltando en tierra, entraron en las canoas, subiendo por el rio de Pariba ó de Paris, de que arriba hemos hablado, y metiéronse en una espesura de monte, y cuando esclarecia dieron en el pueblo, y matando y captivando los que hallaban llegaron á la casa del rey é Cacique, llamado Cutara, que estaba muerto, y al rededor de él habia puesto, en piezas de diversa hechura, más de 30.000 pesos de oro que tenian aparejado para enterrallo con él, dello de lo que habia perdido Badajoz, y dello de lo suyo, y aquí cesó la tentacion y ánsia que Pedrárias y todos tenian de recobrar el resto de aquella gran pérdida que todos lloraban, y no ménos el obispo de Búrgos, haber Badajoz causado á Castilla, perdiendo por su culpa ó indiscrecion, segun ellos decian, el oro que con tan execrables pecados, robado á sus propios y legítimos dueños y poseedores, habia. Recogióse luégo Espinosa y sus compañeros á las canoas y volviéronse á la boca del rio, donde quedó esperándolos el navío. Desde allí envió Espinosa de los indios que llevaba captivos, á llamar al sucesor del Cacique muerto, que era un muchacho, el cual, de miedo vino y trujo un presente de oro, rogando que le diese su gente, que le llevaba presa, y así dijeron que lo hizo; no supe si el número de los presos íntegro restituyó, que habia captivado. Con esta victoria, y que por felicidad y buena ventura tuvieron, alzó sus velas y fueron á cargar de maíz y bastimentos el navío á la tierra del rey Paraqueta, y de allí dió la vuelta á la tierra de Panamá, donde Pedrárias con los demas estaba, el cual con grande alegría y triunfo fué rescibido. Mandó Pedrárias enterrar el oro allí, con in