el oro que tiene; responde, «si tanta gana teneis del oro, yo iré á unas sierras que están detras de aquella, y habido yo os lo traeré.» Dánle licencia que vaya, dejando sus mujeres é hijos en rehenes; dijo que volveria dentro de tantos dias, los cuales le esperaron, pero como el oro que ellos querian no habia de coger como fruta de los árboles, ni lo tenia cogido, de miedo nunca vino. Róbanle toda su casa, y los que de su gente pudieron haber le captivan, y, hartos de comida, porque allí hallaron abundancia, tórnanse por el rio Grande, arriba, por el cual, andando algunas leguas, todas las poblaciones que topaban hallaban vacías, porque por toda la tierra estaban ya sus nuevas extendidas, y del evangelio que predicaban, y honra que, llamándose cristianos, causaban á Jesucristo, tenian ya larga noticia. Visto Vasco Nuñez que no hallaba qué robar, dió la vuelta el rio abajo, y por él al rio Negro, á juntarse con Colmenares y con los que con él habia dejado en la tierra y poblacion del rey Abenamachéi, á quien cortó el brazo uno de los españoles despues de preso, como se dijo. Halló Vasco Nuñez que, por la gente de Colmenares haber andado desmandada, le habian muerto algunos dellos los indios, en especial, que uno llamado Raya, con otros nueve españoles, ó por ir á buscar de comer y tomallo á sus propios dueños, de quien por sus obras crueles habian desmerecido, ó porque queria Dios dalles por ellas luégo el castigo, váse desmandado por la tierra dentro á robar, y dan en un pueblo de un señor llamado Abrayba, el cual, como estaba sobre aviso, dió sobre ellos y mató al Raya y á otros dos de sus compañeros; los siete se escaparon huyendo. De saber aqueste desastre Vasco Nuñez no fué muy contento.
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