CAPÍTULO CXXXIV.
Estando en esta Punta del Arenal, que es fin de la isla de la Trinidad, vido hácia el Norte, cuarta del Nordeste, á distancia de 15 leguas, un cabo ó punta de la misma tierra firme y esta fué la que se llama Paria. El Almirante, creyendo que era otra isla distinta, púsola nombre la isla de Gracia; la cual, dice que va al Oeste, que es el Poniente, y que es altísima tierra, y dijo verdad, porque por toda aquella tierra firme van grandes cordilleras de sierras muy altas. Sábado, 4 dias de Agosto, determina ir á ver la isla de Gracia, y levantó las anclas y dió las velas de la dicha Punta del Arenal, donde surgido estaba; y por aquella como angostura, por donde entró en el golfo de la Ballena (no era más de dos leguas, porque de una parte la Trinidad y de otra la tierra firme), salia el agua dulce muy corriente. Vino de hácia la del Arenal, de la isla de la Trinidad, una tan gran corriente, por la parte del Sur, como pujante avenida (y era del poder grande del rio Yuyaparí que al Sur está, y el áun no lo via), con tan grande estruendo y ruido que á todos espantó, del cual no pensaron escapar; y como el agua del mar resistió, viniendo por el contrario, se levantó la mar, haciendo una muy gran loma y muy alta, la cual levantó la nao y púsola encima de la loma, cosa que nunca jamás ni oyó ni vido, y al otro navío alzó las anclas, que áun debia de tener echadas, y echólo más á la mar, y con las velas anduvo hasta que salió de la dicha loma. Plugo á Dios que no les hizo daño, dice aquí el Almirante, y, cuando escribió este caso á los Reyes, dijo: «Áun hoy en dia tengo el miedo en el cuerpo, que no me trabucó la nao cuando llegó debajo della; por este gran peligro puse á esta boca nombre, la Boca de la Sierpe.» Llegado á la