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de las Indias.

de haber comido, en lo cual tardó buen rato, trujéronle muchas hierbas con que se refrescó mucho las manos (creyó el Almirante que lo hacia por las ablandar), y despues le dieron agua á manos. Acabado de comer, llevó al Almirante á la playa, y el Almirante envió por un arco turquesco y un manojo de flechas que llevaba de Castilla, y hizo tirar á un hombre de su compañía, que lo sabia bien hacer, y el Rey, como no supiese que fuesen armas, porque no las tenian ni las usaban, le pareció gran cosa; todo esto dice el Almirante. Vino, diz que, la plática sobre los caribes que los infestaban allí, á lo cual el Almirante le dió á entender por señas, que los Reyes de Castilla eran muy poderosos y los mandarian destruir, é traérselos las manos atadas. Mandó el Almirante tirar una lombarda y una escopeta ó espingarda, que entónces así se llamaba, y viendo el efecto que hacian y lo que penetraban, quedó el Rey maravillado, y la gente, oyendo el tronido de los tiros, cayeron todos en tierra espantados. Trujeron al Almirante una gran carátula, que tenia unos grandes pedazos de oro en las orejas y en los ojos, y en otras partes, la cual le dió con otras joyas de oro, y el mismo Rey se la puso al Almirante en la cabeza y al pescuezo, y á otros cristianos que con él estaban dió tambien muchas cosas de oro. Era inextimable el placer, gozo, consuelo y alegría de cosas que via, dando gracias á Dios muy intensas por todo, é iba desechando el angustia recibida de la pérdida de la nao, y cognosció que Nuestro Señor le habia hecho merced en que allí encallase la nao, porque allí hiciese asiento; para lo cual, dice, que vinieron tantas cosas á la mano, y que á ello le inducian, que verdaderamente no fué aquello desastre, sino grande ventura, porque es cierto, dice él, que si yo no encallara que me fuera de largo sin surgir en este lugar, porque él está metido acá dentro en una grande bahía, y en ella dos ó tres restringas de bajos, ni este viaje dejara aquí gente, ni aunque yo quisiera dejarla no les pudiera dar tan buen aviamiento, tantos pertrechos, ni tantos mantenimientos, ni aderezo para fortaleza. Y bien es verdad que mucha gente desta que está aquí, me