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de las Indias.

andado por la mar veinte años, sin salir della tiempo que se hobiese de contar, y vido todo el Levante y Poniente, y la Guínea, y que en todas estas partidas, no se hallaban tantas calidades, ni tanta perfeccion de puertos, lo cual dice haber mirado y considerado bien ántes que lo escribiese, y torna á certificar ser aqueste puerto el mejor. Mandó salir dos hombres de las barcas en tierra, para ver si habia poblacion porque, desde la mar, no se parecia, puesto que vian las tierras todas labradas, y, vueltos, dijeron que habia una poblacion grande, un poco desviada de la mar. Mandó remar el Almirante las barcas hácia el derecho de donde estaba, y, llegando cerca de tierra, vieron unos indios que llegaron á la orilla de la mar, y puesto que al principio parecia tener temor, pero diciéndoles los indios, que consigo traia, que no temiesen, vinieron tantos, que parecia cubrir la tierra, dando mil gracias, hombres y mujeres y niños; los unos corrian de acá, los otros de acullá á les traer pan, y ajes muy blanco y bueno, y agua, y cuanto tenian y vian que los cristianos querian, y todo con un corazon tan largo y tan contento que era maravilla; y no se diga, que, porque lo que daban valia poco, por eso lo daban liberalmente, porque lo mismo hacian, y tan liberalmente, los que daban pedazos de oro, como los que daban la calabaza de agua, y fácil cosa es de cognoscer cuando se dá una cosa con muy deseoso corazon de dar.» Todas estas son palabras del Almirante. Dice más, esta gente no tiene varas, ni azagayas, ni otras ningunas armas, ni los otros de toda esta isla, y tengo que es grandísima; dice más, que todos eran desnudos, hombres y mujeres, desde arriba hasta abajo, y que, en los otros lugares, los hombres escondian sus mujeres de celos pero aquí no, ántes ellas eran las primeras que venian á dar gracias al cielo viendo los cristianos, y les traian cuanto tenian, y frutas de cinco ó seis maneras. Tenian, diz que, muy lindos cuerpos, y el Almirante mandaba, en todas partes, que ninguno les diese pena ni les tomase cosa alguna contra su voluntad, ántes les pagasen cuanto les daban. Finalmente, dice el Almirante, que no puede creer que hombre haya visto gente de