por unas restringas de peñas que pasan desde el monte hasta cuasi la isla, y no puestas por órden, por lo cual es menester abrir los ojos para entrar por unas canales que tiene, muy anchas y buenas, y todas muy hondas, de siete brazas. Despues de entrada la nao, puede con una cuerda estar muy segura de cualesquiera vientos que haya. De aquel puerto, se parecia un valle grandísimo y todo labrado, que desciende á él, del gueste, todo cercado de montañas altísimas, que parece que llegan al cielo, hermosísimas, llenas de árboles verdes, y, parecíale que habia algunas, sin duda, más altas que la de la isla de Tenerife, que es una de las de Canaria. Esta isla, de la isla del Pico una de las de los Azores, se cree que son de las más altas del mundo. Vido por allí otros puertos muy buenos, y poblaciones parecian, y ahumadas, muchas. Estas ahumadas, pensaba el Almirante que eran hechas como las que hacen las atalayas cuando avisan de enemigos, pero no debia de ser por esta causa, sino que, en esta isla especialmente, como por este tiempo hace seca, y los indios eran inclinados, y se holgaban, de poner fuego á los herbazales, que eran grandísimos por las innumerables campiñas llanas y rasas que habia, y que ellos llaman en su lengua çabanas, lo uno, porque tanta es y tanto crece la hierba, que tapa ó ocupa los caminos, y como andan desnudos, la hierba grande les lastima, lo otro, porque entre la hierba se criaban los conejos desta isla, que nombraban hutias (de que adelante se hablará, Dios queriendo), y eran sin número, y, con quemar las çabanas, mataban todos los que querian, por esto tenian de costumbre de quemarlas. Viernes, 21 de Diciembre, fué en las barcas á ver el puerto, el cual afirmó ser tal, que ninguno se le igualaba de cuantos jamás hobiese visto, y excusábase diciendo, que tanto ha loado los pasados que no sabe cómo lo encarezca, y que temia ser juzgado por magnificador excesivo, más de lo que la verdad requeria. A esto satisfizo diciendo, quél traia consigo muchos marineros antiguos y que afirmaban lo mismo, y así hicieran cuantos los vieran, conviene á saber, ser dignos de los tales loores los puertos que ántes deste habia visto, y este exceder á todos ellos; y dice haber
Página:Historia de las Indias (Tomo I).djvu/402
Esta página no ha sido corregida
384
Historia