podia haber venido allí, porque Yucatan, ni Nueva España, ni otra tierra donde hobiese cera, nunca hasta entónces era descubierta ó sabida. Juzgábamos y aún cuasi sabíamos no haber para qué nao pudiese haber venido por aquella mar, hasta aquellos tiempos, para que se hobiese perdido, y la mar, despues, por allí traido la hobiese. Por manera, que nunca se pudo haber indicio de donde aquella cera viniese á parar allí, hasta que se descubrió Yucatan, y oida la fertilidad y abundancia de las abejas y colmenas que allí hay, luego yo caí en juzgar que de aquella provincia hobiese, por la manera dicha, venido, y así, por ventura, se acordarian otros de los que se hallaron en Cuba en aquella sazon conmigo. Dice tambien el Almirante, que ciertos marineros hallaron en una casa de aquel pueblo, ó de otro por allí, una cabeza de hombre; debia ser una calaverna, metida en un cestillo, cubierta con otro cestillo, y colgado de un poste de la casa, y de la misma manera otra en otra poblacion. Creyó el Almirante que debia ser de algunos principales de linaje, porque, diz que, aquellas casas eran de manera que se acogian en ellas mucha gente en una sola, y debian ser parientes descendientes de uno sólo. Estas son sus palabras. Y porque el viernes, 30 de Noviembre, no se pudo, por ser contrario el viento, partir, envió ocho hombres y con ellos dos hombres indios de los que traia, para que viesen los pueblos de la tierra adentro, por haber lengua de lo que habia, los cuales llegaron á muchas casas, y no hallaron personas ni cosa en ellas porque se habian huido. Vieron cuatro mancebos que estaban cavando en sus heredades, los cuales, como sintieron los cristianos, echaron á huir; fueron tras ellos y no los pudieron alcanzar. Anduvieron muchos caminos, hallaron muchas poblaciones y tierra fertilísima, y toda labrada, y grandes riberas de agua, y, cerca de una, hallaron una canoa de un madero de noventa y cinco palmos de longura, en que podian, diz que, navegar 150 personas; era hermosísima. No es maravilla, porque en aquella isla hay muy gruesos y muy luengos y grandes y odoríferos cedros colorados, y, comunmente, todas las canoas hacian de aquellos preciosos árboles.
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