CAPÍTULO XLVI.
Lúnes, en la noche, tornaron los dos cristianos y los dos indios que con ellos fueron de la tierra adentro, bien 12 leguas, donde hallaron una poblacion de hasta cincuenta casas, en la cual, diz que, morarian mil vecinos, porque les parecia que vivian muchos en una casa; y esto asaz es clara señal de ser gente humilde, mansa y pacífica. Contaban estos dos cristianos, que habian sido recibidos en aquel pueblo con gran solemnidad y regocijo; aposentáronlos en una de las mejores casas del pueblo, donde concurrian todos, hombres y mujeres, con grande admiracion y alegría; tocábanles con las manos, besábanles sus manos y piés, creyendo que venian del cielo, y ansí lo mostraban sentir; dábanles de comer de todo lo que tenian, liberalísimamente. Así como llegaron al pueblo, los tomaron por los brazos los más honrados del pueblo, segun les parecia, y lleváronlos á la casa principal, diéronles dos sillas en que se asentaron, y todos cuantos cupieron en la casa se asentaron en cuclillas alrededor dellos; el indio que llevaban de Guanahaní, les contó la manera de vivir de los cristianos, segun que habian esperimentado, y cómo no hacian mal á nadie ni tomaban lo ajeno, ántes daban de lo que traian suyo. Desde á un rato, saliéronse