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de las Indias.

del católico rey D. Fernando; á la cuarta, intituló la Isabela por la serenísima reina Doña Isabel, á quien potísimamente más que al Rey y á todos debia, por que ella fué la que, contra opinion de toda la corte, lo quiso admitir y favorecer, y siempre, hasta que murió, lo favoreció y defendió; y si la Reina no muriera, sin duda, no le sucedieran despues tantos disfavores y adversidad á él y á su casa, como le sucedió, y esto tenia muy bien cognoscido el Almirante, por lo cual, era singularmente al servicio de la Reina devotísimo, y no usaba de otro vocablo cuando de la Reina era la plática, sino diciendo, la Reina, mi señora; ansí que, á la quinta, que fué Cuba, puso por nombre la Juana, por el príncipe D. Juan, que entónces vivia, Príncipe heredero de los reinos de Castilla. Ansí que, llegado á la isla de Cuba, Juana, entró en un rio muy hermoso y muy sin peligro de bajos ni otros inconvenientes, y, toda aquesta costa, era muy hondo y limpio, hasta dar en la tierra, y en la boca del rio habia doce brazas, y bien ancha para voltear; tenia dos montañas hermosas y altas, y aseméjalas el Almirante á la peña de los Enamorados, que está cerca de Granada, y una dellas tenia encima otro montecillo á manera de una hermosa mezquita, donde, algo adentro, aunque á tiro de lombarda, surgió. Cuando iba á entrar en el puerto, vido dos canoas, y saltando los marineros en las barcas para ver qué fondo habia para surgir, huyeron las canoas creyendo que los querian seguir. Aquí, dice el Almirante, que nunca cosa tan hermosa vió; todo el rio cercado de árboles verdes y graciosísimos, diversos de los nuestros, cubiertos de flores y otros de frutos, aves muchas y pajaritos que cantaban con gran dulzura, la hierba grande como en el Andalucía por Abril y Mayo; vido verdolagas y muchos bledos de los mismos de Castilla, palmas de otra especie que las nuestras, de cuyas hojas cubren en aquella isla las casas. Saltó el Almirante en su barca y salió á tierra; hallaron dos casas que creyó ser de pescadores, hallólas vacías de gente, puesto que llenas de alhajas de los indios, redes y anzuelos de hueso, y fisgas dello mismo y otros aparejos de pescar, y un perro que no