y árboles para tinturas, y para medicinas y especerías, que valdrian en España mucho, porque llegando, que llegó, al dicho cabo Hermoso, dice el Almirante que sintieron venir olor suavísimo de las flores y árboles de la tierra, que era cosa suavísima y para motivo de dar muchas gracias á Dios. Decian, diz que, aquellos hombres que tomó en Sant Salvador, que la poblacion estaba dentro en la isla, donde residia el Rey della, que andaba vestido de mucho oro. Bien parece que no entendian el Almirante ni los demas á los indios, ó quizá ellos lo fingian por agradarle, como vian que tanta diligencia ponia en preguntar por el oro. Entendia tambien que aquel Rey señoreaba todas aquellas islas, aunque todavía, decia el Almirante, que no daba mucho crédito á sus decires, ansí, por no los entender bien, como por cognoscer que eran tan pobres de oro, que poco les parecia mucho. Dice, que con ayuda de Dios, entiende volver á España para Abril, y por eso no se detiene á mirar en particular todas las islas, puesto que si hallaba oro ó especería en cantidad, se deternia tanto cuanto bastase para llevar á los Reyes todo lo que pudiese. De donde parece, cuán cuidadoso estaba y andaba siempre de llevar ganancia y provecho á los Reyes, por la causa principalmente, arriba en el capítulo 29, dicha. Puso á esta isla de Samoeto, la Isabela, en la cual no pudo salir el sábado por no hallar buen surgidero hasta el domingo, 21 de Octubre. Dice della maravillas por su frescura, hermosura y fertilidad, diciendo que, aunque las pasadas eran hermosas, esta mucho más. Vieron unas lagunas de agua dulce, todas cercadas de arboledas graciosísimas, oian cantar los pajaritos, de diversas especies de los de Castilla y aves muchas, con gran dulzor, que parecia que hombre no se quisiera mudar de allí. Pasaban tantas manadas de papagayos que cubrian el sol, y otras muchas aves de diversas especies, que era cosa de maravilla. Andando en cerco de una de las lagunas, vido el Almirante una sierpe de siete palmos en largo, la cual, como vido la gente, huyó al agua, y, porque no era honda, con las lanzas la mataron, hizo salar el cuero para traerlo á los Reyes. Esta
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