CAPÍTULO XXIV.
En el año de 1442, viendo el Infante que se habia pasado el cabo del Boxador y que la tierra iba muy adelante, y que todos los navíos que inviaba traian muchos esclavos moros, con que pagaba los gastos que hacia y que cada dia crecia más el provecho y se prosperaba su amada negociacion, determinó de inviar á suplicar al Papa Martino V, que habia sido elegido en el Concilio de Constancia, donde cesó la scisma que habia durado treinta y ocho años, con tres Papas, sin saberse cuál dellos fuese verdadero Vicario de Cristo, que hiciese gracia á la Corona real de Portogal de los reinos y señoríos que habia y hobiese desde el cabo del Boxador adelante, hácia el Oriente y la India inclusive; y ansí se las concedió, segun dicen las historias portoguesas, con todas las tierras, puertos, islas, tratos, rescates, pesquerías y cosas á esto pertenecientes, poniendo censuras y penas á todos los Reyes cristianos, Príncipes, y señores y comunidades que á esto le perturbasen; despues, dicen, que los Sumos Pontífices, sucesores de Martino, como Eugenio IV, y Nicolás V y Calixto IV, lo confirmaron. Despues desto, viendo algunos del reino de Portogal que se habia pasado el cabo del Boxador, y que aquella mar se navegaba sin los temores y dificultades que se sospechaban de ántes, y tambien que con los saltos que hacian, en el camino por la costa, donde llegaban, se hacian ricos, y más que con esto agradaban en grande manera al Infante, comenzaron á armar navíos á su costa é ir á descubrir; idos y venidos otros y otros, que mandaba ir el Infante, entre otros fué enviado un Anton Gonzalez, porque entre los captivos que habian traido trajeron tres que prometieron dar muchos esclavos negros por su rescate,