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de las Indias.

maravilla que, en diez ó quince dias y quizá en más, aquellos corriesen 1.000 leguas, mayormente si el ímpetu del viento Boreal ó Norte les tomó cerca ó en paraje de Bretaña ó de Inglaterra ó de Flandes. Tampoco es de maravillar que ansí arrebatasen los vientos impetuosos aquel navío y lo llevasen por fuerza tantas leguas, por lo que cuenta Herodoto en su lib. IV, que como Grino, Rey de la isla de Thera, una de las Ciclades y del Arcipiélago, recibiese un oráculo que fuese á poblar una ciudad en África, y África entónces no era cognoscida ni sabian dónde se era, los Asianos y gentes de Levante orientales, enviando á la isla de Creta, que ahora se nombra Candía, mensajeros que buscasen algunas personas que supiesen decir donde caia la tierra de África, hallaron un hombre que habia por nombre Corobio, el cual dijo que con fuerza de viento habia sido arrebatado y llevado á África y á una isla por nombre Platea, que estaba junto á ella: Is, inquit, aiebat se ventis arreptum in Áfricam applicuisse, etc. Cornelio Nepos cuenta, que en el tiempo que Quinto Metello era Procónsul en Francia, que ciertos mercaderes que salieron de la India, con grandes tempestades, fueron á parar á Germanía; lo mismo significa Aristóteles de los que hallaron la isla que, arriba, en el cap. 9, digimos ser á lo que creemos la tierra firme hácia el Cabo de San Agustin; y los otros navíos que salieron de Cáliz y arrebatados de la tormenta anduvieron tanto forzados por el mar Océano hasta que vieron las hierbas de que abajo se hará, placiendo á Dios, larga mencion: desta misma manera se descubrió la isla de Puerto Santo, como abajo diremos. Así que, habiendo descubierto aquellos por esta vía estas tierras, si ansí fué, tornándose para España vinieron á parar destrozados; sacados los que, por los grandes trabajos y hambres y enfermedades, murieron en el camino, los que restaron, que fueron pocos y enfermos, diz que vinieron á la isla de la Madera, donde tambien fenecieron todos. El piloto del dicho navío, ó por amistad que ántes tuviese con Cristóbal Colon, ó porque como andaba solícito y curioso sobre este negocio, quiso inquirir dél la causa y el lugar de