moria del virey de las Indias. Esta constancia, este afan, de que nuestros tiempos no presentan ningun ejemplo, indica suficientemente cuan lejos está de haberse agotado tan rico manantial histórico, y prueba de un modo implícito que hay una necesidad no satisfecha, una esperanza no cumplida, que el mundo pide nuevos pormenores y aclaraciones. Porque, lo repetimos, despues del tributo de las artes y de los trabajos de los hombres ilustrados, Cristóbal Colon está hoy peor conocido que hace cien años. Entónces al menos se le ignoraba; la incertidumbre era notoria, y se sabia que ó no se sabia, ó que se sabia mal; lo que á veces es peor. Pero hoy no es así por desgracia, todos tienen la pretension, en apariencia muy fundada, de poder juzgar al almirante, y la tal vanidad proviene de haberse empapado las jentes en las ideas vertidas por escritores, cuyos nombres acreditados sirven de escudo á sus errores. No han oido sino á una voz; la que partió de un corrillo de sabios ambiciosos, que han hecho patrimonio suyo los laureles y trofeos del mas grande de los héroes.
Mas al fin ha sonado la hora de la rehabilitacion, y nosotros espondremos la verdad desnuda.
Este corrillo lo componen cuatro publicistas, y de los cuatro solo uno ha narrado la vida de Colon bajo la forma de historia: dos no han hecho sino anotaciones, disertaciones y prólogos: el último ni ha redactado memorias, ni biografia, limitándose únicamente á comentarios; pero la autoridad de su nombre europeo sancionó las faltas de los tres precedentes, agravándolas con todo el peso de las suyas.
Digámoslo de una vez; estos cuatro doctores, cuya