naba á los dos reyes, en virtud de la santa obediencia, mandasen hombres probos y temerosos de Dios, instrui- dos, esperimentados y hábiles para enseñar según la fe católica y las buenas costumbres á los habitantes de aque- llas rejiones.i Toda la bula respira una grandeza y una majestad im- ponentes, y deja entrever el presentimiento de un in- menso porvenir: el acrecentamiento y la supremacía de España en el mundo cristiano. Al terminar, recuerda á los reyes, que el oríjen de todo poder, de todo imperio, y de todo bien, viene de Dios; y les anuncia que, si confiados en él, perseveran en su obra de la manera indicada, dirijirá sus acciones, y que prontamente sus trabajos recibirán la recompensa mejor para felicidad y gloria de la cristiandad entera.
Mientras que en todos los estados cristianos merecia
el nombre de Colon los mas grandes elójios, y escita-
ba la admiración jeneral, su persona recibía en España
honores y homenajes desacostumbrados. A cualquier hora
tenia entrada franca en el alcázar, donde era tratado por
SS. AA. con la mayor deferencia, y la reyna Isabel, que
no cesaba de interrogarlo y oirlo, lo autorizó para que
en su escudo acuartelara las armas reales de Castilla y
de León. No se decidla ningún proyecto sobre la próxi-
. "...Yiros probos et Deum timentes doctos, peritos et expertos
ad instruendum Íncolas et habitatores pra^fatos ia fide catkolica et bo-
nis moribus, etc." — Bula del 4 de Mayo 1493. § VII. Colección diplo-
mática, núniero XVIII,