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lo comprendía el gran navegante. Pero en la capital del mundo cristiano hizo mas profunda impresión. La corte de Roma y su sociedad, compuesta de los hombres ins- truidos V piadosos, que acuden de todos los paises cató- licos á saludar la cátedra de Pedro, se enajenó de ale- gría, y el soberano pontífice manifestó su regocijo dan- do gracias al señor públicamente, por haber permitido que aquellas naciones, que yacian sumidas en las som- bras de la muerte, viesen al fin despuntar la aurora de la salvación. Como el Sacro Colejio y los fieles, el mundo ilustra- do llegó al colmo de sus esperanzas; y los sabios y los cosmógrafos de la biblioteca pontifical, presajiaban in- finitas cosas á consecuencia del descubrimiento, que no era mas que su principio. El gran maestro de la litera- tura clásica, el oráculo de sus contemporáneos, Pompo- nius Lsetus, rompió en lágrimas^ de gozo al recibir la nueva del portento; que ya en adelante los héroes de los primeros tiempos, los semidioses del paganismo, las espediciones fabulosas ó históricas de la antigüedad, se veian eclipsadas con una realidad, que sobrepujaba á las fantasias de la imajinacion. El signo de la redención habia sido llevado al través de los imponentes espacios del mare Tenebrosmn* por un héroe, modelo de cristianos, cuyo nombre, símbolo ma- ravilloso de la salvación, recordaba la paloma, emblema del Espíritu Santo, y significaba Porta Cruz, Christofe- rens, Christophoro; por un hombre de cuyos sentimien- tos relijiosos no podia dudarse, porque desde el 25 de Abril, y de consiguiente á los diez dias de su entrada en . "Pre Isetitia prosiliisse te, vix que a lachrymis pregaudio tem- perasse." — Petri Martyris Anglerii mediolanensis, Opus epistolarum, lib. YII. epist. CLIII.

  • Cumpliéndose asi la profecia de David que dice:

Et dominabitur a mari usque ad mare, et a flu)nine usque ad tér- minos orbis terrarum. {Y señoreará de mor d mar, y desde el rio hasta los términos de la redondez de la tierra.) Psal. LXXI. 8.

N. del T.