razo que Oviedo,[1] no se siente con fuerzas bastantes para hacerlo, y prorumpe de esta suerte, hablando del sabio arreglo que introdujo en su palacio y su persona: "No solamente esta cristianísima reyna crió á sus hijas en gran perfeccion; mas aun las damas y mujeres de su casa todo era perfeccion y santidad."
El continuador de la Historia palentina, del obispo Rodrigo Sanchez de Arévalo, dice sin rodeos, que la naturaleza no produjo nunca, y que la providencia no puso jamas en un trono á una mujer semejante á la católica Isabel; porque todas, ó por debilidades del corazon, ó del gobierno, flaquearon en alguna circunstancia, mientras que esta, siguiéndola de la cuna al sepulcro, se vé que su grandeza de alma sobrepuja á cuantas la precedieron, y llega á suponer que su pureza fué tan superior, que no cometió ni una falta mental.[2]
Lucio Marineo no puede relatar tantos encantos, reconoce que todo cuanto poseia el rey de gracia, de distincion y de dignidad estaba reunido en su mujer en grado superior, y la declara "La felicidad de las Españas, el honor de la nacion, la muestra mas cabal de las virtudes."[3]
Mas tarde el venerable don Juan de Palafox, obispo de Osma, estableció cierta afinidad moral entre santa Teresa y ella, por la semejanza de su estilo epistolar, su modo de concebir las cosas, y las formas del pensamiento, deduciendo de esto "que si la Santa hubiera sido reyna, fuera otra Isabel; así como si Isa-
- ↑ Aunque yo no sea tan suficiente ni tal mi estilo para navegar é discurrir por la muy alta é profunda mar de sus exeléncias. Oviedo y Yaldes. Quincuajena III, estancia XI.
- ↑ "Non natura ei similem in regio dico diademata constitutam procreavit... Hanc enim si a primis ejus cunabulis emissam usque ad animam ejus vitam contemplamus.... ut in ea ullum nunquam caloris illiciti stimulum."
- ↑ "Omnis Hispaniæ felicitas, omne decus, omnium virtutum pulcherrimum specimen." Lucii Marinei Siculi. De rebus Hispaniæ memorabilibus, lib. XXI.