Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/147

Esta página ha sido corregida
—67—

Lejos de exajerar con nuestro entusiasmo las prendas de Isabel, hacemos con nuestra ruda prosa un pálido retrato de tan escelente modelo. Cuanto va espuesto no llega ni con mucho a lo que sentimos, y lo que sentimos, como quiera que es menos de lo que nos enseñan los analistas contemporáneos, vamos á concluir citando los testimonios tributados á su memoria; no por los poetas y los escritores de la corte, sino por eclesiásticos de cuenta, que callaron mientras vivió, y cuyo elójio póstumo no deba ser sospechoso.

El cura de los Palacios esclama con injénua y piadosa admiracion en su Historia de los reyes católicos: "¡Quien podrá enumerar las perfecciones de esta cristianísima y bienaventurada princesa, la mas digna de elójio! Ademas de ser casta por escelencia y noble de oríjen, tuvo entre las numerosas cualidades con que nuestro señor la dotó, la de sobrepujar y eclipsar á todas las reynas que la precedieron, no solo en España, sino en el mundo. "En cuanto á la fé la compara á santa Elena, madre de Constantino, y al hacer mencion de su veracidad, de su lealtad política, de su celo por la Iglesia, y la pureza del clero, de su obediencia á su marido, de su sincera piedad, y de su liberalidad con los templos, la llama la segunda santa Isabel.[1]

El franciscano de Valladolid autor anónimo del Carro de las Doñas, y que la conoció, al querer describir tanta grandeza de alma, tanta virtud y tanta modestia y hermosura, esperimenta el mismo emba-

  1. "Fué muy prudentisima reyna, muy católica en la santa fé, sicut Hellena mater Constantini..... Fué muy devotísima é muy obediente á la Santa Madre Iglesia, é muy amiga é devota de la Santa é limpia religion.... Lismonera edificadora de templos, monasterios, iglesias, secunda Helisabeth continents." Andrés Bernaldez. Historia de los reyes Católicos, cap. CC. Ms.