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a unos a sembrar y cosechar la tierra, a edificar, tallar, tejer y moldear. A las otras, a sembrar, cocinar, curar, criar, cultivar plantas, tejer y bordar. El espíritu de la educación en el México antiguo era, “Formar un rostro propio y un corazón verdadero” en los niños y jóvenes.

El Calmécac[1] era una institución a la que podían asistir sólo los más destacados. Los jóvenes que iniciaban su preparación en los antiguos y secretos conocimientos de los Viejos Abuelos, les llamaban “Guerreros”. Así se les llamaba porque tenían que emprender la lucha más difícil que un ser humano puede enfrentar. La lucha consigo mismo; la batalla para derrotar “al enemigo interior”. Esta guerra se hacía a base de “Flor y canto”, que representa la sabiduría, la filosofía y el arte. El guerrero tenía como objetivo “Florecer su corazón” y darse como alimento a sus seres queridos. Bella metáfora, donde la “Guerra” es usada de manera simbólica, biófila[2] y espiritual. Los guerreros se preparaban para la muerte simbólica al mundo material y con ello lograr llegar a la vida eterna del Espíritu. Este concepto era tolteca del período clásico. Los mexicas, como veremos posteriormente transgredieron estos principios como base de su expansión imperialista (Periodo Postclásico).

Estos “Guerreros de la libertad total” eran llevados a los centros de conocimiento. Por ello se entiende que las llamadas zonas arqueológicas del período clásico; no eran ciudades, ni centros ceremoniales, ni fortalezas, ni palacios o panteones. Seguramente eran en cambio, centros de conocimiento de una sabiduría, que hoy en día, nos resulta muy difícil comprender, pero que le podríamos llamar
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  1. El Calmécac (del náhuatl calli 'casa', mecatl 'morador' y -c 'lugar') era la escuela para los hijos de los nobles aztecas. En esta escuela se les entrenaba para ser sacerdotes, guerreros de la élite, jueces, senadores, maestros o gobernantes, educándolos en historia, astronomía y otras ciencias, la medición del tiempo, música y filosofía, religión, hábitos de limpieza, cuestiones de economía y gobierno, y sobre todo, disciplina y valores morales. Había maestros especiales que les enseñaban la tradición, y leían y aprendían de memoria las historias ilustradas en los códices. La escuela funcionaba como un internado, donde los jóvenes vivían, dormían y comían. Con los aspirantes a sacerdotes su educación se enfocaba en la religión, e incluía rituales, cantos a los dioses e interpretación de los sueños. Los aspirantes a guerreros de la élite o a gobernantes recibían más entrenamiento militar y sobre asuntos de economía y gobierno.
  2. La biofilia es nuestro sentido de conexión con la naturaleza y con otras formas de vida de carácter innato y producto evolutivo de la selección natural que actúa en especies inteligentes cuya supervivencia depende de la conexión estrecha con el ambiente y de a apreciación práctica de las plantas y de los animales.

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