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antiguo se alcanzó en el período Clásico. Fueron más de mil años de un impresionante avance humanista en el Anáhuac. Todas las civilizaciones del mundo llamadas “Madre” buscaron en el espacio más elevado de su desarrollo la trascendencia espiritual de la existencia. Los antiguos mexicanos no fueron la excepción. Sus conocimientos del Espíritu humano, de la concepción del mundo como campos de energía, de la relación del micro cosmos con el macro cosmos y de la responsabilidad de interactuar como “humanizador y equilibrador” entre la naturaleza y el cosmos, resulta sorprendente y asombrosa.

Estos mil años de esplendor son fundamentales para explicarnos lo que hoy somos “los mexicanos” o mejor dicho anahuacas. Necesitamos conocer por nosotros mismos con mayor profundidad este período luminoso. Hacer nuestras propias conjeturas con nuestros propios valores, dejar atrás la visión del extranjero colonizador.

Los europeos en la Edad Media buscaron en su pasado inspiración para construir un puente que los sacara del oscurantismo de la Edad Media. La pregunta es, por qué nosotros no podemos de la misma manera buscar en el pasado una fuente de inspiración a partir de los valores, principios y actitudes que crearon los Viejos Abuelos, para llegar al cenit de su evolución y desarrollo cultural. Y con esos valores diseñar y construir el futuro. Un futuro “propio-nuestro”.

Actualmente desconocemos los alcances de sus logros espirituales y energéticos, pero lo cierto es que los ruinosos vestigios materiales de su desarrollo nos dejan sin aliento y exaltan nuestro espíritu. Al recorrer Teotihuacán, por ejemplo, no podemos más que pensar en sus logros intangibles, frente al impresionante manejo de la materia. Si su pirámide de conocimientos estaba dirigida a alcanzar la conciencia espiritual y su trascendencia, cuando reflexionamos descolonizadamente en la cima de la Pirámide del Sol, debemos de pensar en los alcances y logros que debieron tener en el plano intangible del conocimiento, especialmente en el campo de la energía.

Al descolonizar la concepción de nuestros Viejos Abuelos, por más negación y destrucción de su conocimiento, entenderemos que siguen vivos en nuestro corazón. Que la civilización del Anáhuac no ha         46