en lo que hoy conforman el territorio nacional y del cual somos herederos únicos y legítimos.
La iconografía, la arquitectura, los símbolos filosóficos religiosos de la serpiente, el jaguar, el águila, que aparecieron claramente definidos en los testimonios de la cultura olmeca, seguirán vigentes durante los sucesivos periodos hasta el momento de la invasión. El optimismo por la vida, capaz de realizar inconmensurables proyectos espirituales que dejaron impresionante huella en la materia; sean pirámides, sistemas complejos de habitaciones sin ningún uso doméstico o habitacional, hasta formidables sistemas hidráulicos, con presas y canales o kilómetros de caminos empedrados.
“Y ahora júzguese el progreso del fenómeno cultural ocurrido en el territorio de Mesoamérica durante cerca de tres milenios; piénsese en la índole de la humana energía que poseyó la capacidad de edificar, entre otras muchas, las ciudades antes indicadas, ciudades en las cuales dieron flor y frutos las artes y las ciencias; donde la sabiduría sirvió de raíz y coronamiento a los gigantescos esfuerzos materiales requeridos por tal edificación.
Habrá que concluir que sólo una concepción moral plenamente optimista y feliz, habida por el hombre acerca de sí mismo y de su mundo, pudo engendrar el núcleo de esa energía incalculable. Una dichosa concepción humanista de veneración por la vida en la totalidad de sus manifestaciones.” (Rubén Bonifaz Nuño. 1992)
Lo cierto, la vigente y palpable de la herencia olmeca y que ha sido
trasmitido a las culturas posteriores, quienes lo desarrollaron y llevaron
a expresiones exquisitas de la cultura y el arte, cada una dándole su
toque y su acento personal. Es sin lugar a dudas su optimismo por la
vida y su sentido místico y espiritual de la existencia y el universo.
“Con ellos (los olmecas) comienza en definitiva lo que lícitamente puede considerarse la cultura mesoamericana en su plenitud. Por una razón que explicaré más adelante, ellos lograron difundir los principios de su idea del hombre y del mundo hacia los pueblos contemporáneos suyos y, lo que es incluso más significativo, consiguieron hacerlos vivir en la integridad de las maneras culturales que surgieron en 40