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pero como solución secundaria, la restitución y la dotación ejidal. Así, a pesar de sus deficiencias, la redistribución de la tierra se constituyó en la base fundamental de una economía más compleja y productiva; en la única garantía real para emprender con posibilidades de éxito el proceso de industrialización nacional.” (Eduardo Blanquel. 1973)

Después de la lucha revolucionaria, las estructuras coloniales de explotación y negación de la cultura autóctona no se desmantelaron. Nuevamente sólo se transformaron y adaptaron a la influencia y los intereses norteamericanos. Para iniciar el camino, ahora llamado del “Progreso”, de nuevo se sacrificó a los campesinos para impulsar la supuesta industrialización de México; ellos tenían que poner en la mesa del obrero el alimento a precios muy bajos. Los Estados Unidos nos prestarían el capital y nos venderían la tecnología. Después de la Segunda Guerra Mundial, México entró de cabeza a la supuesta industrialización, que según los norteamericanos y sus teorías “desarrollistas”, nos aseguraba entrar al selecto grupo de países desarrollados.

Después de cuatro décadas perdimos la autosuficiencia alimentaria, el país está alarmantemente contaminado por comprar cara una tecnología obsoleta; la planta industrial esperada, se convirtió en sucursal de las grandes empresas transnacionales, que producen básicamente bienes de consumo y no bienes de capital, la televisión comercial y la publicidad en general ha causado verdaderos estragos en la identidad cultural y la conciencia de los mexicanos, y tal vez lo más injusto; México se quedó con una deuda externa, creciente e impagable, una especie de “macro encomienda nacional”.

En 1982 México debía 53 mil millones de dólares. En 2002, veinte años después la deuda ascendía a 157 mil millones de dólares, tres veces más que en 1982. Pero en esos 20 años los mexicanos pagamos 460 mil millones de dólares tan sólo de intereses. Una cantidad muy superior a los 13 mil millones de dólares que se invirtieron en el Plan Marshall para recuperar a la Europa devastada por la II Guerra Mundial.

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