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gentes seguirían negada y explotada, sin poder ejercer el derecho de decidir. Las leyes, las instituciones y las autoridades. Ahora serían diseñadas para que los criollos y sus voraces socios europeos, pudieran explotar los recursos naturales, especialmente la minería y el petróleo, y a la masa indígena y mestiza que todavía no encontraba acomodo en la nueva sociedad y que no tenía derechos reales. El sistema colonial que se edificó a lo largo de tres siglos dejó de funcionar. El 80% de los “mexicanos” de inicios del siglo XIX eran de origen indígena; pero sus leyes, sus instituciones, sus autoridades y su civilización, ni remotamente tenían derecho a diseñar la nueva nación que los criollos querían crear.

Mientras los criollos-conservadores-masones escoceses pretendían formar una monarquía europea para salir del caos, -“Perdidos somos sin remedio si la Europa no viene pronto en nuestro auxilio”- escribía Lucas Alamán. Los criollos-liberales-masones-yorkinos, negaban cualquier herencia europea o indígena, y pretendían crear un modelo idéntico al del vecino del Norte, para diseñar el futuro de esta patria que estaba en formación.

Los dos bandos de criollos estaban de acuerdo en una sola cosa, la civilización milenaria no tenía cabida en el nuevo proyecto, los criollos discrepaban únicamente en cuanto a que, sí el modelo era europeo o estadounidense.

Para mediados del siglo XIX, entre las pugnas de los criollos y la incapacidad para gobernarse, las potencias europeas encabezadas por Francia, Inglaterra y España deciden en la Convención de Londres intervenir en México, no tanto para asegurar el pago de las deudas contraídas con ellos por la incipiente y pésimamente administrada nación; sino para construir un muro de contención europea a los expansivos y voraces Estados Unidos, que empezaban a construir su poderío; que en esos momentos no podían ayudar a sus aliados “criollos liberales” pues se encontraban en la “guerra de secesión”. Las tropas intervencionistas desembarcaron en Veracruz y el gobierno liberal negoció con Inglaterra y España mediante el tratado de La Soledad, que se retiraran sus tropas. La Francia de Napoleón III inició la invasión con apoyo y simpatía de los criollos conservadores. El

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