de inmediato las pequeñas sublevaciones criollas que carecían de sustento popular.
“Pero ahora cada vez son más numerosos (los criollos) los que creen que las vías de reforma están cerradas, y que precisa acudir a medios violentos. Los principios son los mismos manejados por el partido criollo en 1808. Al año siguiente se encausa a Julián de Castillejos, oficial criollo, por haber hecho un llamado al virrey Garibay para formar una junta a nombre de Fernando VII, fundándose en que “en las actuales circunstancias la soberanía reside en los pueblos”. En septiembre del mismo año se descubre la conjura de Valladolid, encabezada por el capitán José María García Obeso y don José Mariano Michelena, en la que figuran varios oficiales criollos y miembros del bajo clero. Su plan consistía en juntar un congreso formado por vocales de las villas, que guardara en depósito la soberanía real.” (Luis Villoro. 1976)
Fue cuando los conspiradores criollos del Bajío, decidieron invitar a un cura, para que él a su vez, promoviera la rebelión entre los indígenas. Descubierta la conspiración y próximos a ser detenidos es cuando da el Grito de Dolores, el cura Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga (1753-1811). Es importante señalar que al final de la proclama, Miguel Hidalgo echa vítores a los reyes de España. Los criollos independentistas se mantenían ideológicamente cercanos a Fernando VII, preso por Napoleón en Francia.
“El otro dirigente de la rebelión, Allende, no puede seguir fácilmente el sesgo popular que la revolución ha tomado. Sus desavenencias con Hidalgo se explican, más que por conflictos personales, por su situación social ambigua. Allende no entiende ni aprueba las condescendencias de Hidalgo con la plebe. Desde el comienzo se esfuerza en transformar la rebelión en un levantamiento ordenado, dirigido por oficiales criollos; pero su molestia llega al límite cuando el cura empieza a dejar caer en el olvido la figura de Fernando VII. La actitud de Allende es el primer signo de las vacilaciones de muchos criollos ante una revolución que tiende a rebasarlos”. (Luis Villoro. 1976)
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