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y autoridades de sus opresores, sabedores de que era el único medio que tenían a su alcance para enfrentar a los españoles, y sabotear el proyecto de la construcción de la Nueva España, donde ellos no tenían cabida.” (Guillermo Marín. 2001)

El período colonial, lejos de vivir una resignada paz, fue una escabrosa adaptación de un pueblo que había vivido en soberana libertad por miles de años, transitando a través de una sólida educación familiar y una rígida y escrupulosa estructura social; con respetadas y antiquísimas normas morales, sociales, éticas y religiosas, con antiguas leyes, con solventes instituciones y con honestas autoridades reconocidas y aceptadas; A una nueva realidad, en la que los pueblos invadidos y vencidos, no tenían ningún derecho. Su Leyes, Instituciones y Autoridades fueron brutalmente destruidas y desmanteladas, en su lugar el invasor impuso aquellas que les servían para la explotación. Durante los últimos quinientos años, primero los indígenas y luego los mestizos han creado, recreado y mantenido una amplia y compleja “cultura de resistencia”. Como diría el Dr. Guillermo Bonfil Batalla, “incorruptibles en sus espacios propios y sumamente corruptos en los espacios culturales ajenos”. Como el mexicano acepta, sin aceptar -la imposición colonizadora-, y en la voz popular se dice, “Sí, pero no”.

“Así, la conformación de la sociedad novohispana fue un proceso tortuoso, conflictivo, con múltiples ensayos, experimentos y fracasos. Fue el resultado de las polémicas de teólogos y juristas sobre la naturaleza de “los justos títulos” del rey al dominio de las Indias; de los desacuerdos y pugnas entre colonos, funcionarios y religiosos; de la necesidad de adecuar instituciones españolas al nuevo entorno. Y sobre todo, de las dificultadas prácticas de gobernar y controlar una numerosa población indígena que, aunque vencida, no había sido asimilada y frecuentemente presentaba una resistencia mucho más eficaz de lo que podría pensarse, aferrándose a sus tierras, formas de gobierno, creencias y costumbres.” (Felipe Castro. 1996)

El periodo colonial representa para las comunidades indígenas un verdadero holocausto. La historia de las permanentes rebeliones no fue registrada en la “historia oficial”. Sin embargo, cada pueblo y en

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