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actuar en forma tan inadecuada que era tanto como dejarlos inermes, como iremos viendo.

Es que los españoles -analiza brillantemente Soustelle- hacían una guerra "total": para ellos no había sino un Estado -la monarquía de Carlos V- y una sola religión posibles. Los mexicanos fueron vencidos porque su pensamiento, regulado sobre una tradición pluralista en el orden político y religioso, no estaba adaptado al conflicto con el dogmatismo del Estado y de la Religión unitarios." (José Luis Guerrero. 1990)

En efecto, mientras que para los mexicas la llegada de los españoles significaba el cumplimiento de una profecía milenaria, que traería su desplome ideológico religioso, en el que podía existir todavía alguna negociación; para los españoles implicaba una extraordinaria conquista militar y religiosa, que les traería riqueza personal y poder político.

Mientras que para los aztecas la guerra religiosa representaba la oportunidad de tomar vivos a los enemigos, para sacrificarlos a Huitzilopochtli en el Templo Mayor. Un enemigo muerto en el combate era una torpeza y una pérdida para sus dioses; para los españoles en cambio, la guerra significaba el extermino del infiel en el campo de batalla, con la ayuda de Santiago Apóstol en favor de la Cristiandad y de la Corona.

Moctezuma y el Tlatócan, trataban con seres mágicos y divinos, mensajeros y embajadores de Quetzalcóatl. No fueron cobardes y sí diplomáticos. Ellos buscaban una negociación. Nunca dejaron de creer en la validez y fuerza de Huitzilopochtli en contra de Quetzalcóatl. Los mexicas creían estar en una lucha religiosa y mágica; los españoles estaban empeñados en una empresa comercial guerrera. Unos hablaban de Quetzalcóatl Cristo rey de España; los otros hablaban de Huitzilopochtli Tezcatlipoca Tlacaelel. Los aztecas buscaban una negociación religiosa ideológica honorable, los españoles buscaban la destrucción dominación riqueza. Unos eran gente noble y educada, los otros eran gente ignorante, sin escrúpulos y ávida de riqueza a toda costa.

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