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Xochimilco, se convierte en algo así como un símbolo de lo que habráde ser toda la obra del gran consejero azteca.

El rey Itzcóatl, persuadido por Tlacaelel, había enviado mensajeros a Cuitláhuac, exigiendo de ellos, so pena de ser conquistados, dos cosas: que les entregaran a sus hijas y hermanas doncellas para que vinieran a Tenochtitlán a cantar y bailar en sus casas de placer, así como el envío de diversas flores, con jardineros experimentados que las plantaran y cultivaran en la capital azteca. En pocas palabras, exigían los aztecas las flores de Cuitláhuac y los cantos de sus doncellas. (Tal vez a lo que se referían simbólicamente los mexicas era a buscar alianzas sanguíneas con los sometidos y a apropiarse de los conocimientos, herencia de los toltecas y la Toltecáyod, y no a sus flores, jardineros y mujeres para el placer. Nota del Autor.)

Ahora bien, recordando la expresión idiomática de la lengua náhuatl in xóchitl, in cuícatl, que literalmente significa "flores y cantos", pero que en su sentido metafórico connota la idea "poesía, arte, y simbolismo", podría vislumbrarse en la pretensión azteca el propósito de obtener para sí, aunque fuera por medio de la guerra, las flores y los cantos, o sea, el mensaje cultural de los otros pueblos del Valle de México.

Vencida la gente de Xochimilco, Cuitláhuac y Chalco, antes de iniciar nuevas conquistas, Tlacaelel decidió consolidar por medio de una reforma ideológica el poderío azteca. Ante todo le pareció necesario forjar lo que hoy llamaríamos una "conciencia histórica", de la que pudieran estar orgullosos los aztecas. Para esto, reunió Tlacaelel a los señores mexicas. De común acuerdo se determinó entonces quemar los antiguos códices y libros de pinturas de los vencidos y aun los propios de los mexicas. Implícitamente se estaba concibiendo la historia como un instrumento de dominación:

"Se guardaba su historia.
Pero, entonces fue quemada:
cuando reinó Itzcóatl, en México.

Se tomó una resolución,
los señores mexicas dijeron:
no conviene que la gente

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