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pasado: son los indios, es lo indio. Y en ese decir se marca una ruptura y se acentúa con una carga reveladora e inquietante de superioridad. Esa renuncia, esa negación del pasado, ¿corresponde realmente a una ruptura histórica total e irremediable? ¿Murió la civilización india y lo que acaso resta de ella son fósiles condenados hace ya cinco siglos a desaparecer porque no tienen ni presente ni futuro posible? Es indispensable repensar la respuesta a estas preguntas, porque de ella dependen muchas otras preguntas y respuestas urgentes sobre el México de hoy y el que deseamos construir.” (Guillermo Bonfil Batalla. 1987)

La recuperación de la historia antigua “propia-nuestra” es una prioridad para desmantelar el sistema colonial y con ello poder construir una sociedad más justa. Requerimos recuperar nuestra memoria historia, necesitamos quitarles a los académicos extranjerizados “la historia antigua de México” e incorporarla a la vida diaria. Sacarla de los museos, las bibliotecas y los centros de investigación. Incorporarla a los valores y principios de la nueva sociedad. Recrear nuevos mitos que apuntalen nuestro futuro “propio-nuestro”, con los cimientos de la antigua civilización. Sumarla a los paradigmas y a las mágicas historias que nos dan recuerdo y raíz. Hacer de los “antiguos mexicanos” nuestros entrañables y admirados Viejos Abuelos, y acabar con la maligna percepción que entre el pasado antiguo y el presente no existe ningún vínculo o continuidad. Entender y sentir que la civilización del Anáhuac está viva y vibra en cada uno de nuestros adormilados corazones.         157