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Y todo eso se puede sintetizarse diciendo que se admite sin duda que los antiguos habitantes de Mesoamérica eran hombres sabios, capaces intelectual y moralmente, conocedores de sí mismos y del mundo que los acogía.
Sin embargo, cuando se trata de considerar la visión que ellos tenían de ese mundo y de sí mismos, los autores que lo hacen, casi unánimemente, los juzgan como salvajes rudimentarios, ocupados sólo en pensar la posibilidad de que la tierra fecundada por las lluvias les rindiera los frutos de que principalmente se alimentaban.
Bajo el pretexto de que constituían comunidades agrícolas, se les reducen todas sus fuerzas espirituales, la totalidad de sus concepciones religiosas y metafísica, a un primitivo afán de alimentación material que sería para ellos el núcleo y la periferia de su existencia.
Salvo algunas excepciones, en todos los autores se encuentra esta inexplicable oscuridad de juicio." (Rubén Bonifaz Nuño. 1986)[1]

Los brillantes y reveladores trabajo de gente como el Dr. Carlos Lenkersdorf nos enseñan que debido a la colonización los mexicanos nos hemos privado de acceder a una de las sabidurías más antiguas y exitosas de la humanidad. Lenkersdorf nos demuestra que tenemos que crear nuevas relaciones con los llamados pueblos y culturas indígenas del siglo XXI.

"Lo aprendimos porque vivimos y trabajamos largos años con los maya-tojolabales, nuestros contemporáneos de Chiapas, que nos enseñaron su lengua y su cultura. Las aprendimos por una razón que nos parece importante explicar. Habíamos estudiado y enseñado en varios países de Europa y de este continente. Tuvimos maestros muy
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  1. Bonifaz Nuño nació en Córdoba (Veracruz) y estudió derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) entre 1940 y 1947. En 1960, empezó a enseñar latín en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y recibió un doctorado en Arte y cultura clásica en 1970. Bonifaz Nuño ha publicado traducciones de las obras de Catulo, Propercio, Ovidio, Lucrecio, Píndaro, Ovidio: Metamorfosis, Arte de amar y Remedios del amor, Lucano, Virgilio: La Eneida y las Geórgicas, Julio César: Guerra gálica, Cicerón: Acerca de los deberes y otros autores clásicos al español. Su traducción de 1973 de la Eneida fue aclamada por la crítica. Fue elegido miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua el 19 de agosto de 1962, tomando posesión de la silla V el 30 de agosto de 1963. Bonifaz renunció al cargo el 26 de julio de 1996.[1] Fue admitido en el Colegio Nacional en 1972. Fue ganador del Premio Nacional de Literatura y Lingüística en 1974.

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