Y allí nacieron Siete piedras sagradas, Siete Guerreros suspendidos en el espíritu del viento, siete llamas elegidas.
Y se movieron. Y siete fueron sus gracias también, y siete sus santos.
Y sucedió que incontables gracias nacieron de una piedra de gracia. Y fue la inmensidad de las noches, allí donde antiguamente no había Dios, porque no había recibido a su Dios, que sólo por sí mismo estaba dentro de la Gracia, dentro de las tinieblas, allí donde no había cielos ni tierra.” (Chilam Balam de Chumayel)
Las preguntas ontológicas: de dónde venimos, cómo se creó el mundo, cómo se crearon los seres humanos, encuentra respuesta en los fragmentos que han podido sobrevivir al colapso del período Clásico, a la decadencia del Período Postclásico, a las transgresiones de los mexicas, a las equivocaciones e ignorancia de los escritos europeos del siglo XVI, al dolo de los investigadores norteamericanos del siglo XX, a lo que se ha podido encontrar o se ha dejado ver hasta ahora, y a la “Historia oficial”. Estos fragmentos, son como partes de un valioso rompecabezas, en donde la imagen total representa la esencia de nuestra civilización, es decir, su filosofía.
La leyenda de los Soles.
La Leyenda náhuatl de los Cinco Soles es fundamental para entender la evolución humana de manera simbólica. Con todas las variantes que existen refiere que en el principio de los tiempos no existía nada y fue entonces que el Señor de la Dualidad Divina, Ometecutli, creó a Tonacatcihuatl, la Señora de Nuestra Carne y a Tonacatecutli el Señor de Nuestra Carne para que poblaran la tierra. Ellos se reprodujeron y tuvieron a cuatro hijos llamados: Tezcatlipoca Rojo, Tezcatlipoca Negro, Tezcatlipoca Blanco y Tezcatlipoca Azul. Luego los Tezcatlipocas pensaron que deberían crear una obra para que los veneraran como dioses. Tezcatlipoca Azul hizo una gran hoguera y los hermanos se centraron a su alrededor para crear a los seres humanos. Así nació el hombre y lo llamaron Huehuecoyotl y le crearon a su mujer. Les ordenaron tener hijos y les crearon a los animales, las montañas, los mares, los lagos y les dejaron como misión adorar a los 116