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BREVE RELACION

çes, y heridas, andando a pie de vn cabo a otro, coſa que parezera milagroſa, y por tal la tengo, porque al primer encuentro, quando con ſu furia el enemego rõpio la caualleria, hallandome yo en medio della, cerca de la perſona del maeſſe de Campo General, herido mi cauallo y teñido en ſangre, le puſe piernas, para acojerme con otros a vn pueſto ſeguro, en tiempo que ſeys delos mas esforçados enemigos me cogieron el paſo, cerrando con migo. Quiſe reboluer el cauallo, y para mayor dicha, ſe me empacòn, Etonces vno delos enemigos me agarrò del freno, dando ami cauallo vna gran ſofrenada: el ſe empinò, y deſcargò ſobre el Indio con tanta furia las manos que entendi le hauia partido la cabeza. Viendome ſin remedio, me arrojè por las lanças, teniendo tragada la muerte, o por lo menos el cautiuerio, Entonces en voz alta les dixe Monge chi peñi emà dejadme con la vida hijos mios. Fue mi dicha el no dejarla aqui, q̃ vno de los ſeys, era Aleman meſtizo de Santiago y criollo (eſte ſe hauia ido al enemigo, y aſu peticion vino eſta junta, y es de aduertir, que por mi interceſſion eſcapò dela horca en Arauco) Mandoles que no me mataſſen, porque era el Padre, que en ſus peligros los amparaua, y fauorecia. Dexaron me pues apie, y bien temeroſo, y aſſi cõ ligereza me acogì aunos mattorrales cercanos, mas alli andapan tan viuas las lanzadas, que me arroje por medio dela infanteria enemiga, la qual victorioſa quitaua la vida a muchos delos nueſtros. Aqui me dauan vozes pidiendo cõfeſion: no ſupe que hazerme, haſta que cõ impulſo del cielo me hinque de rodillas, ſacrificando mi vida, por ſocorrer a aquellos pobres, y deſamparados, que tan apeligro tenian ſu ſaluacion, Al punto me hallè ſin temor, ni miedo alguno, y comenzè a ſoccorrer alos que me pedian confeſſion, y alos que de nueuo cayan; corria bolando diziendoles, Ieſus Hermano, hagame ſeñas, para que le abſuelua y tal vez oyendome el enemigo, reboluio ſobremi, y penſando me venia a alanzear, me retirè a vn paſſo, e hĩcado de rodillas eſperè la muerte; mas el enemigo enderezaua al Eſpañol, por entender tenia toda via vida, y aſſi me quede yo libre: mas de ocho vezes me hinque de rodillas, teniendo en varios tranzes tragada la muerte, mas aquel Señor, por cuyo amor deſprecie la vida, me la guardò en medio de tan grande peligro, y de tres mil enemigos En primer lugar lo atribuyo a ſu diuina clemencia, y en ſegundo al gran reſpeto, que aun los miſmos Indios gentiles, y de guerra tienen alos dela Compañia, fue, mi padre, dia de juyzio, porq̃ue deſpues de hauerſe confeſſado mas de cien hombres heridos, recogidos los que pudieron (y no hauian gozado dela ſeguridad de vn eſpeſo monte, donde ſe acogieron algunos) aun eſtrecho paſo, dõde no les pudo romper el enemigo, en dos o tres aſaltos: tocando ſu corneta arecoger, quedaron los Eſpañoles con la muerte tan alos ojos, que, haziendoles yo vn breue razonamiento, ſe compungieron de modo, q̃ ſin quedar ninguno ſe confeſaron, ſiendo el primero el Maeſſe de Campo del Reyno bien herido y deſangrado. Aſſi eſperaron al enemigo tres horas largas, eſtandoſelos campos aviſta ſin permitir Dios acometieſſen, que a hazerlo, dieran vn todo, por eſtar ya ſin municion alguna, y los ſoldados muy desfallecidos. Haſta aqui, ſon palabras del padre, y es de aduertir, que ſu esfuerzo fue bien conocido ſer del cielo, pues la otra vez paſſada, ſiendo el miſmo, con menos peligros, y menos enemigos ſe arrojò por el monte abaxo.

Eſte miſmo padre ſe ha viſto en otros muchos tranzes. Caminando vna vez a aboca de noche por vnos montes altos, infeſtados del enemigo, y por eſſo peligroſos (lleuaua la eſcolta de ſoldados acoſtubrada) oyò dar vnas laſtimoſas vozes en vna de aquellas quebradas, y entẽdiendo todos ſer enemigos, que degollauan alguno delos nueſtros, la eſcolta de ſoldados ſe hechò al monte: animandoſe pues el padre, y ſoſegandoſe, oyò inuocar el dulce nombre de Ieſus, llegoſe, y hallo dos Indios de paz, que tenian maniatada vna India, para degollar, porque dezian, que viuia ſueltamente. Reprehendiolas ſu locura, corrigio la India, quitola del peigro y a todos diſpuſo para que ſe confeſaſſen.

Al-