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DEL REYNO DE CHILE

dieran darme mucha materia para dilatarme en referirla; dirè ſolamente lo que ſe me acuerda delo que dixo de ella, en vn grandioſo ſermon, que predico en ſus honrras el Señor Don Guaſpar de Villaroel, obiſpo de ſantiago varon de gran talento, y piedad, el qual tomando por tema aquellas palabras: Nigra ſum, ſed formoſa reduxò toda la hermoſura de ſu alma ala humildad, que fue la virtud, en que mas ſe eſmerò, y en que fundò toda ſu perfeccion.

Nacio eſta India en aquellas fronteras de Arauco, donde la cautivaron los Eſpañoles. Entre otras, que ſe repartieron entre differentes dueños, tocò eſta a vn vezino de Sãtiago, el qual haziendola catequizar primero, diſpuſo, q̃ ſe baptizaſſe. Aſſentole tambien el diuino caracter de chriſtiana, que tratò deſde aquel dia deſerlo, no ſolo de nombre, ſino tan de veras, que no acertaua atener otra converſacion, ſino con Chriſto Sacramentado; oìa para eſto quantas miſſas podia, y en pudiẽdo, ſe eſcapaua, y volaua ala Ygleſia cathedral, donde firme como vna eſtatua de rodillas, aſiſtia haſta la vltima miſſa, y ſiempre era la vltima, que ſalia dela Ygleſia, y era meneſter, que el ſacciſtan la hechaſſe ſiẽpre de ella al tiempo de cerrarla.

Reparoſe en eſto, y auiſado el Señor obiſpo, que era vn ſanto varon, ſe llegò a ella vn dia, y la dixo, que hazia alli tan tarde? porque no ſe iua a ſeruir aſu amo? Reſpondio la buena chriſtiana, como es poſſible, que viua mientras no eſtoy mirando ami Señor en la hoſtia; admirado el Señor Obiſpo dela reſpueſtra, y dela ternura, y feruor, con que la dio, reconociendo en ſus palabras ſingulares prendas del cielo, diſpuſo quitarla delas ocaſſiones del ſiglo; y para eſto la entrò en el inſigne monaſterio dela Concepcion de monjas Auguſtinas de muy gran virtud, y exemplo el qual ſe le fue pegando a Coſtança de manera que ya ſe hazia ſentir, y ſobre ſalia entre las demas. Cõfeſauaſſe cõ el P. Luis de Valdiuia de buena memoria, y con ſu conſejo, y direccion iua cadadia creciendo en virtud. Llegò vn dia a confeſſarſe, y dixo aſu confeſſor que le hallaua muy deſconſolada, porque no ſabia leer, y aſſi no podia tener leccion eſpiritual. El Padre la reſpondio, que aprendieſſe y pidieſſe a la Virgen ſantiſſima que la enſeñaſſe. hizolo aſſi, y quando menos lo penſaua començo a entenderlos libros, y a eſcribir, como ſi huuiera andado muchos años ala eſcuela.

Con eſto, y con los otros actos de virtud, con q̃ veian las monjas, q̃ Coſtança ſe ſingularizaua entre todas, començaron a venerarla como a perſona de ſingular virtud, porque todo el tiempo, que le ſobraua delos miniſterios de Maria le gaſtaua en el coro, en perpetua oracion, que acompañaua con grandes ayunos, diſciplinas y penitencias, conque cadadia admiraua mas ſu raro exemplo; pero lo q̃ mas ſobre ſalia ſiempre era ſu humildad, y deſprecio de ſi meſma. Honrro la Dios con algunos prodigios, delos quales fue muy celebre el que obrò ſu diuina Mageſtad en el trigo del monaſterio, q̃ eſtaua aſu cargo: fue faltando eſte cõ el gaſto ordinario de manera, que ya no quedaua en la troxe ſino para muy pocos dias. Auiſo de ello ala Abadeſa, para q̃ proueyeſſe a eſta falta, y reſpondiola con algun ſacudimiento, que lo buſcaſſe, que como ſe hauia gaſtado tan preſto el que hauia? Baxò ella ſu cabeza, y fueſſe con mucha humildad aſu oracion, y demas exercicios dela obediencia.

Fue coſa marauilloſa, que yendo a abrir la troje para dar amoler, el poco trigo, q̃ hauia dexado en ella, la hallò reboſando. No ſe pudo encubrir el caſo, y llegando vnas y otras apreguntarla el modo como hauia ſuccedido eſto, y en grandeciendo la marauilla que Dios hauia vſado por ſu medio, reſpondia a todas con gran diſimulo yo milagro? Dios hauia de hazer milagros por vna pobre India? Hechè en la troxe vn panecito de ſan Nicolas, y por el nos ha dado Dios trigo. Lo miſmo hizo en otras ocaſſiones ſemejãtes a eſta encubriendoſe ſiempre, y ocultandoſe con vn diſimulo tã con nateralizado, que no parecia ſi no vna India ordinaria. De eſta manera vivio vnos 40.años en la religion, en perpetuo ſilencio, ſin que jamas la vieſſe nadie en la reja, ſino ſiempre, o en el coro o en ſus oficinas, haſta que carga-
Libro VIII
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