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DEL REYNO DE CHILE.

aunque con contradicion de tantos, que debieran apoyarlas, y fomentarlas, ha gouernado el Reyno de manera, que en ſu tiempo todo ha ſido tranquilidad, ſin ſucceſſo alguno malo, ni muerte de hombre, ſino ſolo de vn Capitan] lo qual quanto aya importado para la propagacion dela fee, y converſion a ella de aquel rebelde gentiliſmo, quiero que lo colija el diſcreto letor de vna carta, en que el Padre Diego Roſales, aquien he ya citado arriba, da quenta como teſtigo de viſta al Padre Luis de Valdiuia de buena memoria, delo que en eſto paſſa, recopilando con claridad, y diſtincion todo lo ſuccedido haſta el año de 43. en que eſcriuio eſta carta, la qual, por no alargar demasſiado, eſte capitulo, darà principio al que ſe ſigue.

CAPITVLO XI.
Profigueſe la meſma materia.

L

A carta del Padre Diego de Roſales ſu fecha de Arauco, y Abril 20. de 1643. dize aſſi.
Pax Christi &c.

M

I Padre Luis de Valdiuia, agrauio hago ala buena memoria de vueſtra Reuerencia en no darle quenta delas coſas de por aca, pues al preſente eſtà eſte Reyno en tan buen eſtado, como Vueſtra Reuerencia le deſeò ver, y aora ſe cogen los frutos de los trabajos, con que ſembrò V. R. aquel campo, y cada dia les hago memoria alos Indios del bien, que vueſtra Reuerencia les truxo, y no ſupieron conozer, y viendole preſente y gozandole ſe alegran. Porque ha llegado Chile a eſtar todo de paz, y con la buena gracia, y agrado del Gouernador, que oy tenemos, el Marques de Baydes, hombre deſinteraſado de piezas, y perſona de buen zelo, ſe a conquiſtado lo que no ſe a podido con las armas. Dierõle la paz Lincopichon, y Butapichon, que ſon los principales dela Imperial hazia la Cordillera, y tras ellos los dela coſta vnamines, y conformes. Capituloſe q̃ toda la gente, que ſe hauia retirado ala Imperial delos fronterizos, ſe vinieſſen aſus tierras, y gozaſſen dellas, porque huyendo dela guerra, ſe hauian retirado todos los de Pilmayquen, Lincoya, Paycabi, Ilicura, Cõtun, Puren, Tirua, Calcoimo, y Relomo. Vinieronſe todos aſus tierras con grande guſto a eſtar de paz; porque alla la gente dela Imperial, como a foraſteros, les hazian mal paſage, y ſi les dauan vn año vn pedaço de tierra; en que ſembrar; a otro ſe le quitauan, y ya les arrebatauan las hijas, ya las mugeres, con lo qual, y con lo que les hauian apretado los Eſpañoles con la guerra, ſe veian tan oprimidos, que alzaron las manos al cielo, quando ſe les tratò dela paz, y de que ſe voluerian aſus tierras. Truxeron luego ſus ganados, y ſus mugeres, y hijos; y eſtubo todo de paz algunos dos años, ſin que de vna, ni otra parte entraſſen a hurtar vn caballo, ni a hazer daño ninguno. En eſte tiempo el Demonio, que ſiempre ſiẽbra zizaña, per turbò eſta paz, porque Lincopichon, y los Caciques dela Cordillera hizierõ algunas borracheras, y trataron en ellas algunos alçamientos ſecretos, pero no lo fueron tanto, que no ſe vinieſſen a ſaber, prendio el gouernador a veinte de los mas principales, y hecha la cauſa los dio por traidores. Y entrãdo eſte año a campear, le ſalieron a rezebir todos los Caciques de la coſta haſta la imperial con diez, y nueue ouejas de la tierra (que mataron en ſu preſencia en ſeñal de amiſtad) pero los Caciques dela Cordillera, de Aliante, Anteguenu, Pubinco, glol &c. no le ſalieron a rezeuir; vno vino con vna oueja dela tierra, y no la quiſieron rezeuir los conas (llamanſe aſſi los ſoldados) de ſan Chriſtobal, y Talcamahuida. Publicoles el gouernador la guerra con caxas, y trompetas; juntos los dos Campos en Curaupe tres leguas dela Imperial, y eſtando preſentes los dos campos, los amigos de Arauco, y de S. Chriſtobal, y todos los nueuos amigos dela coſta haſta la imperial, y algunos dela Cordillera. Dixeronles alos dela Cordillera, q̃ ſe fueſſen aſus tierras, pues querian ſer enemigos, y tratauan de leuantarſe, que dentro de tres dias les auiamos de hazer la guerra, y ca-
Libro VII
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