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DEL REYNO DE CHILE.

proponiendoles las condiciones, y pactos, que parecieron mas importantes al ſeruicio de entrambas Mageſtades, y hauiendo dado, y tomado ſobre la materia, ſe leuantò Liencura (Cacique muy principal, hombre ſagaz, gran ſoldado, de muy viuo ingenio, muy entendido, y pratico, de edad de ſeſſenta años, y q̃ haſta entonces hauia dado cuydado con ſus aſtucias) y hizo tal raçonamiento alos ſuyos acerca dela paz, y condiciones, de que ſe trataua, repreſentandoles la infelicidad, y trabajos delas armas, y causò tal mocion en todos, que ſe leuantaron en pie, y eſtamaron apellidando a vozes la paz, y nombrando ſus antiguas tierras, de donde los tenian deſterrados las guerras; prometieron boluerſe a ellas dentro delos ſeis meſes, como ſe les hauia propueſto. Hizieron luego las capitulaciones, y la principal de parte delos Indios fue, que no han de ſer encomendados alos Eſpañoles, ſino que han de eſtar en cabeça de ſu Mageſtad; y debaxo de ſu Real amparo, reconocerle vaſſallage como aſu ſeñor, y que con eſto ſe bolueran apoblar ſus tierras, y los Eſpañoles podran reedificar ſus antiguas ciudades. Que eſtaràn obligados a ſalir ſiempre que fueren apercebidos, con armas, y cauallos a qualquiera ſaccions que ſe ofrezca del ſeruicio de ſu Mageſtad, y le entregaran a reſcate todos los cautiuos Eſpañoles, y Eſpañolas, que tuuieren en ſus pueblos; y otras a eſte modo. Para cuyo cumplimiento ofreciò cada parcialidad dos Indios delos mas principales en reenes, los quales ſe truxeron a nuetras tierras haſta que ellos pueblen las ſuyas propias, y de hecho entregaron luego veinte y dos cautiuos Eſpañoles, que hauia en la ribera dela Imperial. Lo qual concluido, y hecho el juramento, ſe leuantaron todos los Caciques, y abraçaron al Marques, y alos demas del conſejo, y alos Religioſos dela Compañia de Ieſus, que ſe hallaron en aquella junta, y luego hizieron ſus preſentes delos regalos, que traian preuenidos de ſus tierras.

Con eſto quedaron los Indios encorporados con nueſtros amigos, y eſtando aſſi mezclados vnos con otros, hizo ſilencio Autegueno, y oyendole todos muy atentos, teniendo el ramo de canelo en la mano, començò vn razonamiento tan elegante, y con tan viuas raçones, naturales tropos, y figuras retoricas, acerca dela paz, y apoyando lo capitulado, que pudieran muchos Oradores embidiar la facundia, y energia, con que el Indio hablaua, poniendo por delante la mucha ſangre, que derramada de entrambas partes eſtaua dando vozes por aquellos campos y quebradas, ſus padres, hijos, antepaſados, y parientes hechos pedaços, o deſnaturalizados, y deſterrados a Reynos eſtraños, perdida la eſperança de boluerlos a ver, la deſaprouechada, y aun pernicioſa porfia, y contienda de tantos años, la inquietud, con que han viuido, los ſobre ſaltos, que han paſſado de noche por las montañas, y de dia con las armas en las manos, ſin poderſe desẽbaraçar dellas aun quando las hauian meneſter para labrar ſus tierras, y hazer ſus ſementeras. Hauiendo dicho eſtas, y otras coſas muy para oir, y admirar, concluyò ſu oracion dando a todos la en hora buena de tan alegre dia, y hauiendo repartido con nueſtros amigos las ouejas muertas, acompañãdole todos; lleuò a preſentar al Marques el jaſpeado ramo de canelo con la ſangre de aquellos animales, el qual recibio ſu Señoria con grandes mueſtras de eſtimacion, y corteſia, y nueſtra caualleria formò eſcaramuça en ſeñal dela alegria, y contento, que todos tenian, y con eſto ſe fue al alojamento, y el dia ſiguiente marchò el campo a Repocura, donde ſe hallaron otros treinta Caciques, que preguntados dela cauſa de no hauer llegado el dia antes con los demas a celebrar las pazes en Quillin, reſpondieron que no eran ellos menos que Antegueno, y que pues el hauia recibido la honra de dar la paz en ſus tierras, tambien la querian dar ellos en las ſuyas, como ſe hizo con las miſmas ceremonias, q̃ el dia antecedẽte.

Deſte pueſto paſsò el campo ala Imperial, fin, y remate deſta jornada, donde eſtauan eſperandole ſeſenta, y tres Caciques de todas parcialidades. Vieronſe aquellas vegas cubiertas de gente, hombres; mugeres, y niños cultiuando ſus ſementeras de trigo, maiz, y demas legumbres. Es
eſta