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DEL REYNO DE CHILE.

riente querrà Dios lo ſea aora tambien del Occidente; y el vaſo eſcogido, que les predicò crucificado en aquellas partes, le dè a conocer por medio de ſus hijos en eſtas.

Eſtando ya todo a punto, y preuenidos los tercios de Arauco, y ſanta Maria, y dado orden al Maeſſe de campo del Reyno, y al Sargento mayor, para que ſalieſſen cada vno con ſu gente, para encorporarſe con el principal troço del exercito en el fuerte del nacimiento, que eſtà mas proximo a las tierras del enemigo, haziendo oracion en la Catedral al SS. Sacramento y en ſu Capilla, y Hermita a nueſtra Señora delas Nieues, Imagen de grande veneraciõ; y milagros; Salio el Marques dela Concepcion Martes diez y ocho de Diziembre, acompañado de ſu Capellan mayor, y delos Capitanes reformados, y Caualleros ofrecidos: y de algunos Religioſos de la Compañia de Ieſus, que quiſo lleuar conſigo por ſus Confeſſores, y Capellanes, y para que hizieſſen las partes dela conquiſta eſpiritual delas almas; como quien tiene bien entendido, quan dependiente eſtà della la que ſe pretende el eſte Reyno, ſi ſe ha de hazer por los aranceles dela razon, y ajuſtarſe con las leyes dela piedad Chriſtiana, como tan encarecidamente lo tiene ordenado ſu Mageſtad, y tantas vezes repetido por ſus Reales cedulas.

Llegando al Nacimiento ſalieron dos muy principales Caciques, Clentaru, y Liencura, acompañados de ſus vaſſallos, todos ſin armas, en ſeñal de que las tenian ya rendidas alos pies de ſu Rey, aclamando paz, y ofreciendola de nueuo, y en prendas della truxeron de preſente al Marques tres Eſpañolas cautiuas, y dos niñas nietas dela vna, las quales recibiò ſu Señoria con tanta ternura, como lo teſtificaron ſus ojos, viendo ſeñoras tan principales, y de tanta calidad, en tan vil, y deſpreciado trage, y desfiguradas, y maltratadas delos rigores del Sol y frio, y como quien hauia 42. años que de ſus eſtrados hauian paſſado ala miſerable ſeruidumbre y eſclauitud de aquellos barbaros, viendoſe eſclauas las que nacieron Señoras, y ſiruiendo aſus miſmos criados las que ſe criauan para mandarlos, y ſeruirſe dellos. Arrojaronſe aſus pies, y oluidadas ya con el tiempo del leguage, y fraſe eſpañola, parte en lengua de Indio y parte en la natiua mal limada, declarauan los compaſſiuos aſeſtos de ſu coraçon, y bañados ſus roſtros con tiernas lagrimas, le dauan las gracias por ſu venida, y pueſtas de rodillas, le confeſſauan Angel, y aclamauan Redemptor, no menos de ſus cuerpos, que de ſus almas, pues no pudierã de otra manera ſaluarlas, ſi murieran en poder de aquella barbara fiereza, que les robò la mejor joya del alma, y el ineſtimable teſoro de ſu pureza, con la ineſcuſable violencia, que les hizo el furor de ſu arrebatada paſſion, y abſoluto poder.

En eſte fuerte ſe encorporaron los campos, y hauiendoſe diſpueſto el exercito, y tomado ſus lugares y pueſtos cada compañia, lleuãdo el vagaje en medio, començò a marchar cõ buẽ cõcierto y diſpoſicion haſta la ciudad antigua, y aora fuerte y preſidio de Angol; y hauiendoſe aloxado en la viſtoſa y freſca vega de ſu Rio paſsò mueſtra toda la caualleria, y infanteria, haziendo oſtentacion de ſus luzidas armas, y cauallos. Y hauiendo paſſado por Curaraua, ſitio donde fue desbaratado, y muerto el Gouernador Martin Garcia Oñez y Loyola, de q̃ reſultò el leuantamiẽto general delos Indios, y ruina delas ciudades, diſpuſo la piedad Chriſtiana del Marques, que ſe le hizieſſen vnas honras en aquel lugar; y aſſi ſe erigio vn ſumptuoſo tumolo, y ſe cantò vna Miſſa y dixeron rezadas las que ſe pudieron. Y hauiendo concluido con eſtas tan pias y bien acordadas exequias, paſsò el exercito al valle de Quillin, donde ſe hauian de celebrar las deſſeadas pazes. Y porque nunca falta quien ſe oponga alos intentos de Dios, y el demonio ſe deſvela continuamente pretendiendo desbaratarlos, tomò por inſtrumento en esta ocaſſion para eſtoruar eſtas pazes quatro Indios, que viendo ſalir al Marques con tan ſuzido y bien diſciplinado exercito, entraron la tierra adentro tocando al arma, y publicando que no querian pazes los Eſpañoles, ſino que los ivan a de gollar, y q̃ para el intento entrauan con mayor fuer-
Libro VII
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