han reſiſtido, y pueſto no pocas vezes en cuidado, con admiracion de inſignes ſoldados, y Capitanes de Flandes, que han militado en los Chilenos preſidios, y de otros muchos Eſpañoles naturales de aqu el Reyno, cuyo valor, hazañas, y prodigioſos hechos, piden mas larga hiſtoria, y merecen mas delgada pluma; que la mia ſolo ſe ha cortado para dar vna breue, y conciſa noticia dela buena ſuerte con que ha fauorecido el cielo los felizes principios del gouierno del Marques de Baydes, Conde de Pedroſo, Preſidente dela Real Audiencia de Chile, Gouernador, y Capitan General de aquel Reyno, aquien parece guardò Dios la gloria de ſu pacificacion, poniendo en ſu mano la palma, que con tanto valor, animo, esfuerço, y valentia, pretendieron ver en las ſuyas ſus anteceſſores de cuyas relaciones, y cartas, y de los Padres dela Compañia de Ieſus, que por orden de ſu Señoria entraron acompañando el Real exercito, para aſſiſtir alo eſpiritual, y ala conuerſion delas almas, y fueron teſtigos de viſta, ſacarè lo que aqui breuemente refiero.
Y començando eſta relacion, dè principio a ella lo que parece le dio de parte de nueſtro Señor, a ablandar los duros coraçones de aquellos rebeldes Araucanos, y mouerlos a rendir las armas, y tratar delas pazes, que ofrecieron. Y fue el hauer viſto el año antecedente en ſus tierras algunas ſeñales, y prodigios, que interpretados aſu ruſtico modo de entender, les ſiruieron de preſagios y pronoſticos, de que queria el cielo ſe boluieſſen a ſujetar alos Eſpañoles, y dieſſen la obediencia aſu Rey. El primero fue hauerſe viſto Aguilas Reales, las quales tienen por tradicion ſe vieron antes que entraſſen la primera vez los Eſpañoles en aquel Reyno, y que deſpues acà no ſe han viſto mas en el haſta el año de quarenta, que dio principio a eſtas pazes. La ſegunda ſeñal fue la que por el mes de Febrero del miſmo año de quarenta, ſe vio, y ſintio en todas ſus tierras, de que dan fee todos los Indios, y los cautiuos Eſpañoles lo teſtifican con toda aſſeueracion, y aun en nuestros preſidios, y tierra de paz reſonò el eco, ſin ſaber de donde nacieſſe, juzgando en el campo de ſan Felipe, quando oyeron el eſtruendo, que diſparauan moſquetes, o pieças de artilleria en los demas fuertes vezinos a el y en eſtos, juzgando lo miſmo del de ſan Felipe, haſta que nueſtros Reconocedores lo fueron tambien del deſengaño, aueriguando el caſo. Y fue aſſi, que en la tierra, y juriſdicion del Cacique Aliante, rebentò vn bolcan, y començò a arder con tanta fuerça, que arrojaua de dentro peñaſcos, y grandes montes encendidos, con tan formidable eſtruendo que del eſpanto, y pauor afirman mal parieron todas las mugeres, que en toda aquel contorno hauia preñadas.
Vienrole en eſte tiempo en el aire formados dos exercitos, y eſquadrones de gente armada, pueſtos en campo, y orden de pelea, el vno ala vanda de nueſtras tierras, donde ſobre ſalia, y ſe ſeñalaua vn valiente Capitan en vn cauallo blanco, armado con todas armas, y con eſpada ancha en la mano deſembainada, moſtrando tanto valor, y gallardia, que daua alientos, y animo a todo ſu exercito, y le quitaua al campo contrario; el qual ſe vio plantado ala parte de las tierras del enemigo, y acometiendole el nueſtro, le dexò desbaratado en todos los encuentros que tuuieron; repreſentacion que les durò por tiempo de tres meſes; paraque huuieſſe menos que dudar, particularmente en los leidos, y noticioſos delas hiſtorias Romanas, y del ſegundo libro delos Macabeos, donde ſe ven caſos, y prodigios ſemejantes, y que aſſi ſe hizieſſe mas perſuaſible lo que afirman teſtigos de tanta calidad, como ſon entre otros, don Pedro de Sotomayor, doña Catalina de Santander, y Eſpinoſa, y doña Mariana de Sotomayor, Eſpañoles cautiuos que entonces lo eran del enemigo. Todos los quales, y los demas, aſſi cautiuos, como naturales de aquella tierra, añaden, que fue en tanta cantidad la piedra, que arrojò el bolçan, y tan encendida, y tanta la multitud de ceniça ardiendo, que cayò en el Rio de Alipen, que ardian las aguas de manera, que cocieron quanto peſcado hauia en el, y corriendo ſu rau-